5 de febrero de 2009

Un tranvía llamado Deseo


Estoy esperando, como cada mañana, la llegada del tranvía que, en pocos minutos, me trasladará hasta las cercanías de mi trabajo.
Miro al andén de enfrente, casi todos los que esperan son mujeres, como yo, ¿alguna razón especial?.
Falta un minuto, es puntual como siempre. Lo veo acercarse, se para y ….

¡Por todos los diablos calvos! ¿Por qué va tan lleno hoy?. Apenas logro colarme y asirme donde puedo.
¡Qué raro! A estas horas nunca hay tantos pasajeros.
En la siguiente parada, otra avalancha de gente que intenta subir.
¡Esto me resulta extraño! Observo a mi alrededor y la gran mayoría son jóvenes entre 18 y 20 años. Entonces escucho una voz que sobresale diciendo “No se olviden de validar sus bonos” y como coro aleccionado contestan “Siiiiiii, profe”.
¿Será una excursión?.
Casi adosado a mi lado derecho hay un joven que se está comiendo un donuts de chocolate, mientras hace muecas intentando que la rosquilla, aparentemente seca, pase a través de su garganta. Al sacudirse la ropa, le caen unas migajas en el pelo de una chica; él, delicadamente pero sin pedir permiso, se las quita y ella lo mira como preguntádole ¿Qué carajo haces?.
Por el lado izquierdo, otro jovencito se dedica a lanzarle comentarios, “supuestamente” graciosos, a las chicas más cercanas. Eyyy, Yenifer, no preocupes, si te caes, siempre habrán voluntarios para agarrarte por todos lados”, mientras hace un gesto pícaro al resto del auditorio.
Entonces el chico del donuts dice con voz de ultratumba y alargando las palabras: Hijo mío, esto es el tranvía y vas camino de la universidad, donde estudiarás religión y explota una algarabía de risas, carcajadas y “segundas partes”.
Paseo mi mirada por las caras de todos esos jóvenes, mientras me sonrío para adentro, porque si de algo estoy convencida es que la juventud lo aguanta todo: modas, excesos, defectos, pasiones, desamores, riesgos, amistades, rencores, inocencia, etc., pero también que tiene fecha de caducidad, aunque, de momento, les parece muy lejana.
Ya casi estamos llegando a mi parada, me gustaría saber como voy a arreglármelas para salir por la puerta contraria con semejante multitud alrededor.
Entre tanta gente, escucho que alguien dice: jornadas abiertas de la universidad y comprendo el por qué de toda esa juventud en el tranvía; van a visitar lo que, posiblemente, se convierta en su casa durante varios años. Es normal que estén excitados.
Por fin logro salir y mientras espero en el semáforo para cruzar, veo como el tranvía se aleja con su contenido, hoy, tan especial, tan cargado de deseo”:

“Deseo que sea sábado para salir de fiesta; uffff cuánto deseo a esa chica; deseo ser médico; deseo viajar por el mundo; desearía, ahora mismo, comerme una hamburguesa grasienta aunque sean las 8 de la mañana; deseo una habitación para mí sola; deseo acabar mi carrera; deseo conocer a alguien especial; cuánto deseo que se acabe este curso; deseo pasar esa fase del vídeojuego; deseo, deseo, deseo…..”

El futuro de cada joven es como un inmenso continente sin explorar, sin conquistar, al cual se enfrenta, básicamente, con dos elementos: su juventud, como motor, y el deseo, como combustible.

Mañana no lo sé, pero hoy viajé en un “TRANVÍA LLAMADO DESEO”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito artículo Mary y muy bien escrito.
Cada día te superas más :-)

Luis

GLORIA dijo...

Mis de deseos de juventud y mis de deseos del presente no tienen nada que ver. Al recordar que no hace mucho tiempo yo era como cualquiera de esos jóvenes y que vivía cada momento intensamente, me pregunto ¿cuándo perdí mi juventud? ¿cómo pasó? sería por tanto desear...
Ahora deseo pasar todo el tiempo que pueda con mi hijo y disfrutar de él al máximo, deseo poder pagar mis facturas y que no me falte el trabajo(remunerado) y no exista el sufrimiento para todas las personas a las que quiero.
Besos

María Hernández dijo...

Yo creo que la juventud pasa cuando empezamos a reconocer que no todos los deseos se conceden, ni son tan fáciles de conseguir.
La juventud es como una enorme agencia de viajes. Todo un mundo por descubrir. Pero tardes más o menos en decidirte, al final, tendrás que elegir destino.
En los preparativos del viaje, incluirás una serie de expectativas (es la forma adulta de llamar a los "deseos", jaja). Y como todo gran viaje está supeditado a los imprevistos.
Si a pesar de todo llegas a tu destino, no sólo encontrarás que el bikini que habías comprado ya no te queda tan bien, sino que tendrás una maleta extra de "experiencia" y no está tan mal, porque siempre se ha dicho que la experiencia es un grado.
Es verdad que nos puede la posibilidad de alargar la juventud hasta el tope, pero sólo es un espejismo.
La mayor diferencia entre la juventud y la madurez...es que en la primera, deseabas "sobre plano" y en la segunda solo puedes "hacer reformas", pero la "casa" (tu vida) es la misma.
Podríamos decir que la vida de una persona empieza con la certeza de saberse "dueño" de una parcela. Primero sueña con su casa, luego intenta buscar los medios, más tarde se pone manos a la obra y según va pasando la vida, va construyendo plantas. Si tiene la dicha de llegar a una vejez digna, le encontrará en el ático, azotea o terraza...donde estará muy por encima de muchas cosas, también más cerca del cielo, libre del peso de muchas responsabilidades que fue adquiriendo a lo largo de los años, también un poco lejos del mundo y todo el tiempo que le quede para pensar, observar y recordar hasta que la luz del atardecer se esconda para siempre.

Y ahora dime...¿cambiarías un ratito de sofá con tu baby por una cerveza en el Cactus? ¿Verdad que es imposible comparar?

Bueno, bueno, bueno..que profunda me he puesto, solo pa' decirte : que ¿cómo perdiste tu juventud?....como la perdemos todos...soplando velas de cumpleaños, jejeje.

P.D.: Si vuelves a releer tus deseos actuales, podrás observar que ya no son "mi ombligo y yo" (propios de la juventud). Ahora son más colectivos.... "estar con mi hijo (que necesita a su madre), que no me falte el curro (pa' que no le falte nada a mi hijo), poder pagar facturas (pa' que mi hijo se pueda bañar con agua caliente), que mis seres queridos no sufran (somos tantos que alguno siempre estará más jodido que el otro, pero mientras sea llevadero, chapó).
Es la edad, jajaja.
Besos

Anónimo dijo...

Me gustó mucho la metáfora de juventud como "gran agencia de viajes"; es muy ilustrativa.

Seguiré tu blog

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