3 de agosto de 2009

3 de Agosto


En un día como hoy, subí por las escalerillas del avión que me traía “de vuelta a casa”.

Atrás se quedaba un pedazo muy importante de mi vida, trece años de historia y una parte de “mi libro personal” finiquitada.

Por delante, un futuro incierto. Sin hogar, sin trabajo, todo ello aderezado con sentimientos que no sabía como gestionar.

Aquí, me esperaba mi familia y su apoyo incondicional, la tierra que me vio nacer, los antiguos vecinos, los amigos que olvidé y, aún así, estaba tan perdida que no sabía por donde comenzar a dar mis nuevos pasos. Todo me resultaba tan nuevo y tan antiguo a la vez; las mismas calles, los nuevos negocios, el mismo barrio, las caras nuevas, que mezclaban mis recuerdos con las imágenes presentes.

Tenía tanto por hacer que mi cabeza no paraba de dar vueltas:

“Primero, el empadronamiento, luego tienes que ir a que te designen médico para el niño. Tienes que abrir una cuenta en el banco. Buscar trabajo pero ¿dónde?. ¿Cuando volveré a tener un techo al que llame hogar?”

Para caminar solo basta con poner un pie delante del otro y comenzar. Y eso hice, poco a poco, caminando.

Habían pasado menos de dos meses desde mi llegada, cuando la primera entrevista de trabajo surgió. No era mucho, pero era más de lo que tenía en ese momento y acepté. Tras cinco años de inactividad laboral, volver a empezar es muy difícil y necesitaba acumular nueva experiencia como fuera.

Un año más tarde ya tenía mi propio hogar, en el mismo barrio por el que corría de niña entre amigos de “toda la vida”.

El motor principal de mi camino ha sido mi hijo, pero sin el apoyo constante y desinteresado de los míos, de mi familia y de la gente que me quiere, lo hubiera tenido mucho más difícil para “volver a empezar”.

Nueve años más tarde, hoy, 3 de Agosto, tengo una vida distinta a la que dije adiós desde aquel avión. Muchas cosas han cambiado; desde mi propia percepción de la vida hasta la forma de enfrentar el camino.

No arrancaré las hojas del libro que quedaron atrás, porque forman parte de mi historia, pero nada me impide seguir escribiendo otras historias, con tinta y caligrafía renovadas.

Este es mi deseo, seguir caminando, un pie delante, otro detrás, y que los senderos se vayan abriendo.

2 comentarios:

Economía Sencilla dijo...

Buena filosofía, seguir caminando, y no arrancar las hojas del libro, sino seguir escribiendo nuevas páginas.

Al final, vas avanzando, vas evolucionando con tus propias experiencias, y siempre es bonito haber aprendido de las mismas, y poder mirar atrás satisfecho por el camino recorrido.

Y a continuar abriendo sendas, sin duda que contando con tu hijo y con el apoyo de la familia y de las personas que te quieren, es más llevadero.

Un saludo, y sigue compartiendo tus cositas con los que te seguimos y te apreciamos!!

Pablo Rodríguez

Pedro Bonache dijo...

Segundo intento, el otro comentario ha desaparecido..., bueno, decia que algo de este ultimo post ya conocia, me lo ibas contando en los mails cruzados que manteniamos y descubrí a una mujer que regresó a su tierra y que fue capaz de sacar la cabeza y de respirar, de remar con ahinco y de reinventar su vida, junto a un Carlitos que se convertiria en un auténtico superviviente, junto a una madre brillante, atenta, despierta, eficaz, diligente...
Un beso Maria, mamá única.

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