12 de noviembre de 2009

Manos abiertas


Ayer, operaron a mi madre de un “supuesto” quiste que tenía en la parte superior de la mano, desde hace un montón de tiempo.

En principio, nada complicado, cirugía menor, anestesia local y de vuelta a casa, pero como la Seguridad Social está saturada, derivaron su caso a una clínica privada. Lo cierto es que “vivió” una de esas escenas de Tv Movie americana, de las que ponen los domingos en la sobremesa. La citaron, se presentó y le iban a adjudicar una habitación, la 312. Me imagino la cara de sorpresa que tendría “Pero, ingresarme ¿por qué? Si sólo vengo a que me quiten esto”. Así debe hacerse y así se hará. Ya en la habitación, donde tanto ella como mi padre estaban asombrados, le indican que tiene que quitarse toda la ropa y ponerse una bata de esas de “hospital”, muy tapadita por delante, pero con abertura trasera. Los pobres no daban con el truco, no entendían el sistema de cierre; mi madre se la había puesto al revés, de la manera que ella entendía como lógica, “lo de abrochar para adelante”. No bien habían dado con la tecla de la “extraña bata” cuando vinieron a buscarla; la sentaron en una silla de ruedas y dijo: “Pero mi niño, que sólo vengo a por lo de la mano, puedo ir caminando” y el celador le contesta “Son las normas, no se preocupe”. Mientras ella iba a quirófano, mi padre se quedó esperándola en la habitación.

Tras una hora, más o menos, regresó con su mano vendada, con un corte considerable y con las indicaciones que le había dado el cirujano. De vuelta a su ropa, con las aberturas “normales”, marcharon hacia su centro de salud para que su médico le pudiera recetar los medicamentos que el cirujano había dispuesto.

Me reuní con ellos de camino a la farmacia y me fueron comentando todos los pormenores de su “aventura” médica. “¡Qué bien está esa clínica!” “¡Me llevaron en una silla de ruedas, ¿te lo puedes creer?” “Me operaron en un quirófano, no como la otra vez que fue, directamente, en la consulta del cirujano”.

Luego, ya en casa, les expliqué que toda la “parafernalia” de una clínica privada se cobra y aunque para su intervención ni hacía falta que la ingresaran con habitación incluida, ni un quirófano, ni la silla de ruedas, todos estos conceptos iban a engrosar la facturita que tendría que pagar la Seguridad Social por este servicio.
Después, tras revisar los papeles que le habían dado, le expliqué muy bien cómo y cuando tenía que tomarse los medicamentos y aunque protestó por tener que tomar un analgésico, al final, la convencí.

Esta tarde he ido a hacerle la primera cura. Ya había que retirar el vendaje, lavar la herida y ponerle el antiséptico. Cuando le retiré el apósito, miró la herida, pero, sobre todo, movió sus dedos. Siempre ha sido fuerte como una mula, más de lo que debería, pero la edad no perdona y descubrí que tenía una intranquilidad. Como tuvieron que tocarle mucho y muy cerca de los tendones, estaba preocupada por si había perdido movilidad en los dedos. Los ha movido todos juntos, de uno en uno, se los ha tocado una y otra vez y, hasta que no ha quedado convencida que todo iba bien, no se levantó para lavarse la herida.
Mientras ella hacía todos esos movimientos, yo observaba sus manos. Siempre pensó que ese bulto se debía a tantas y tantas horas con la fregona en sus manos, creía que era consecuencia directa de la que fue su ocupación laboral y puede que estuviera en lo cierto, o no, porque hay que esperar a saber el resultado del análisis que le harán a lo que le han quitado.

Esas mismas manos que ahora necesitan ser cuidadas, nos han regalado todo lo bueno que han tenido y que han podido dar y lo seguirán haciendo hasta que les sea posible.

Mirándola, mientras movía sus dedos, he pensado que si tuviera que simbolizar a mi madre, con una imagen, sería la de unas manos abiertas, siempre dispuestas a dar, enseñar, trabajar o colaborar, unas manos fuertes y cálidas.

No me extraña nada que estuviera preocupada; sus manos son, para ella, la herramienta indispensable para transformar su realidad y hacer posibles sus sueños, pero sobre todo, han sido el elemento principal para poder luchar en la vida por nosotros, su familia.

14 comentarios:

GLORIA dijo...

Ay hermana! o mi puerperio esta durando más de lo "normal" o es que sigo siendo la llorona de siempre.......
Esta mañana me ha enseñado la herida, no esta inflamada, no sangra, está bien........ pero las dos sabemos que la espera de los resultados la tiene intranquila......
Por suerte el peque le deja poco tiempo para pensar..... y le acaricia y le da besitos en la mano diciendole ayyyyyyyyyyy.......

Besitos

María Hernández dijo...

Bueno, hermanita... serán las dos cosas, más otra que se suma: cuando eres madre, cuando sabes hasta donde eres capaz de dar y no morir en el intento, cuando realmente entiendes "yo también soy hija de "alguien", como mi peque lo es para mi", se nos cae esa venda de los ojos y vemos a nuestras madres como una igual, pero con una gran diferencia; ellas nos quieren más de lo que las queremos, aunque sea muchoooo, muchoooo, muchooooo y han hecho por nosotros más de lo que haremos por ellas, aunque creamos que si. Como ya somos madres, empezamos a ser "buenas" hijas. ¡Que no se nos haga tarde!, ellas no piden nada, pero lo agradecen todo.

Tu peque, mi peque, nuestro peque es una gran bendición para nuestra familia; es el tema central de las conversaciones, es ese "puntito" de nexo que nos une como una piña, es la alegría de "la huerta". Sí, tienes razón, con él cerquita se le olvidará pensar más de la cuenta.

Un besito, hermana y sécate esas lágrimas que lo que hay que derramar son sonrisas. Y no te preocupes, ya verás que sólo será una cicatriz y un "acúmulo de trabajo", sólo éso.

Economía Sencilla dijo...

Bonito homenaje a tu madre, me ha encantado el final. ¿Será porque yo también soy padre "reciente"?
;-)

Por un momento, pensé que la historia iba a derivar en que la operaban de otra cosa, como han contado alguna vez en las noticias...

Un abrazo
Pablo

Germán Gijón dijo...

Ahora yo sé (más que antes, ¿verdad?) que no va a ser nada. Y sé que -ambas- vais a insuflar, a inyectar esas dosis de ánimo ensalzado en vuestra madre. Y sé que vais a estar pendientes de ella, casi como si fuera una niña...
Y tú ya lo sabes: mis mejores deseos para esa madre ejemplar.
Un fuerte abrazo.

María Hernández dijo...

Hola Pablo:

Si, claro..para "padres" también es válida la fórmula. ¿Parece mentira, eh?, con lo que queremos a nuestros hijos, que existan "dos personas" que sientan por nosotros lo mismo.
Cuando ya tienes un "cachito" tuyo pululando a tu alrededor, entender aquella situación en la que tus padres no cedían y tú argumentabas sin argumentos y creíste que eras un ser totalmente incomprendido pasa a tener otra lectura distinta. Donde antes solo veías prohibición, hoy ves peligro, cuando creías que eras muy mayor, hoy reconoces que no lo eras tanto y así, una y otra vez. Porque ver las cosas desde los ojos de padres nos muestra un paisaje totalmente distinto.

Bueno, no creas, a lo mejor mi madre pensó lo que apuntabas, ¿a que me van a quitar la vesícula en lugar de operarme la mano?, jeje.
Lo de vivir la "escena" de tv movie, no era por un posible error, sino por la situación, la sillita de ruedas, la habitación superchachi, etc. Mis padres son, más bien, de "ambulatorio" de la SS.SS, de aquellos que iban a pedir número para la consulta, "¿qué número tiene, señora? yo el 57 ¿y Ud.?" y donde pasabas tanto rato esperando que cuando te tocaba entrar ya no sabías si te dolían las piernas por la gripe o por las 3 horas que llevabas sentado esperando tu turno.
La experiencia en esta ocasión fue distinta, con más "glamour", todo más estético.

Gracias por tu comentario, Pablo.
Un abrazo.

María Hernández dijo...

Gracias Germán por tu comentario dedicado a nosotras, hermanas, y a nuestra madre.
Yo también estoy convencida que no será nada.
Te agradezco "los buenos deseos" ;)
Un fuerte abrazo, Germán

Fernando López dijo...

Hola María:

Totalmente de acuerdo con Pablo, Bellísimo homenaje a tu madre. Deseo que la recuperación se abuena y rápida.Fíjate todo lo que has contado hablando de unas manos y lo que representan. Una buenísima reflexión, y, como digo, un bellísimo post. Lo de menos era´n hoy los médicos.

un abrazo

María Hernández dijo...

Gracias, Fernando.

Las manos de mi madre representan la herencia de sus padres: una madre como ella, "hacedora" manual y un padre que "miraba" con las manos aunque no era invidente.
Las de mi abuelo eran, totalmente, especiales. Creo que todos en la familia tenemos un recuerdo claro de cómo eran y de lo que hacían.
Lo mismo acariciaba por minutos enteros el exterior de una naranja, esperando la llegada del cuchillo, que examinaba centímetro a centrímetro el nuevo par de zapatos que te habían comprado.
La nitidez de su rostro se diluye con el tiempo, pero la imagen de sus manos perdura.
Un abrazo y gracias por los buenos deseos.

Pedro Bonache dijo...

Hola Maria..., nos has hablado de esas manos que te nada mas nacer te tocaron, que te lavaron, que te acunaron, que te consolaron..., has descrito como con la edad esos padres se van debilitando, como algunas circunstancias parecen desbordarles, bueno mejor sorprenderles..., ¿ y sabes...?, yo llevo unos siete años viendo la inerte de mi padre,la derecha y me causa sensaciones muy extrañas, bueno cada vez lo voy asimilando mas..., en fin, me encanta cuando escribves de ellos, de tus padres..., igual que yo hago de los mios, de nuestros ancianos que cada vez nos miran con ojos..., ¿como nos miran, Maria...?, ¿como nos ven...?, ¿como se ven a si mismos...?.
Besitos Maleni.

María Hernández dijo...

Hola Pedro:

Al hablar de los "ojos", me viene a la cabeza la imagen de mi abuela, en sus últimos meses. Ella que, muchas veces, ni sabía quién era quién, miraba a mi madre con "ojitos de perro fiel". No sé explicar muy bien la expresión, pero en su mundo de brumas y claros, la miraba como quién ha depositado todo, su confianza, su persona y hasta la vida.
Creo que si llegamos a viejos y tenemos la fortuna de tener alguien a quien mirar, terminaremos teniendo "ojitos de miel", como tu perrita. Mientras tanto, nos mirarán a nosotros y tenemos que estar ahí para no solo devolver la mirada, sino para actuar en consciencia y consecuencia.
Tú ya sabes mucho de ésto y muy bien que lo haces.
Un beso, Pedro y a cuidarse con esa custom, eh?, jeje.
Dale un beso a Joa.

Josep Julián dijo...

Hola María:
Perdona el retraso pero es que estos días he estado muy liado con cantidad de cosas. La operación de tu madre me recuerda a otra de la mía en su mano, también de un bulto, y su obsesión era la misma que la de la tuya. Será que esas mujeres de roble fían su independencia a poderse manejar como Dios manda.
Conforme se van haciendo mayores vemos lo que valoran no perder facultades ¿verdad?
Un abrazo y una pronta recuperación.

ClaveDeSol dijo...

Me encanta el amor que tienes hacia los tuyos, pero mucho más cómo lo transmites. Es difícil caracterizar a alguien que no se conoce con un hilo de ternura, pero tú lo consigues a la perfección.

Me alegro que la operación haya salido bien...

Por cierto, te agregé al Facebook (es que lo he estrenado hace poco :P), pero creo que no me reconociste... Mar Poudereux Mozas.

Un beso grande, grande, grande!!

María Hernández dijo...

Hola Josep J.:
No hay nada que perdonar, ya ves, yo también he estado "liada".

Espero que la de tu madre (la mano) quedara bien. De momento, a la de la mía no le han quitado aún los puntos, será el lunes que viene e imaginamos que ya le darán los resultados de los análisis.
Por lo demás, va bien.

Y si, ellos le dan muchísimo valor a su "independencia", al tiempo, que nosotros, vamos comprendiendo que cuanta menos nos queda, más valor tendrá: caminar sin ayuda, cambiarse de ropa, asearse, comer, etc.
Si la edad, la enfermedad o las circunstancias te convierten en un "dependiente", la vida se convierte en otra clase de vida. Por éso, ante sus "dependencias", las de nuestros padres y mayores, no sólo debemos ayudar, sino darles "amor". ¿Qué difícil debe ser para alguien que lo "fue todo en la vida" verse en manos de otro?. Al menos, que sepan, que lo hacemos con amor y para alguien que aún es "mucho" para nosotros.

Dicen que "llegar a viejo es mejor que la alternativa ...morir joven". Si ya le sumamos que sea un "viejo muy querido" entonces no hay duda posible ¿no crees?.

Un abrazo, Josep.

María Hernández dijo...

Hola Mar:

Oye, gracias por tu comentario. Me ha encantado "el hilo de ternura". Igual algún día te lo copio para algo, ya veremos.

Y...ya te agregué al facebook, aunque te advierto que lo uso menos que las monedas de dos céntimos, aunque entro de vez en cuando. Perdona, pero no te reconocí en la invitación.

Un beso, mi niña... y a seguir adelante que "tienes madera de aventurera", jeje.

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