12 de febrero de 2010

Memoria virtual


Hace algunas semanas, mi madre me relataba algo que había escuchado en la radio sobre el “peligro” que conlleva esta nueva “memoria universal virtual”, de la que hacemos uso a diario.

Al parecer hay quien ya piensa en qué pasará en los siglos venideros con tantas y tantas letras como vamos incluyendo en internet, en los blogs, en los distintos portales, en archivos personales y de empresas.
Se plantean a mayor escala lo que ya nos ocurre cuando usamos tal o cual formato y al cabo de una década desaparece del mercado y aparecen otros, a veces, incompatibles, incluso, con lo que usábamos anteriormente.

Si bien a lo largo de la Historia, el hombre ha ido dejando su huella en formatos “tangibles” (piedra, pergaminos, papel, etc.), ahora vamos marcando la nuestra en un “limbo” de tecnología actual pero que, a la larga quien sabe si no será desbancado por otro tipo de almacenamiento que impida a nuestros descendientes acceder a tanta información como vamos dejando colgada por ahí.

Bien es verdad que no todo es tan importante como para que nos “sobreviva”, pero también es posible que les prive de tropezarse con “los escritos del bisabuelo” o que aparezcan nuestros desvaríos en un baúl olvidado durante décadas.

Sin ir tan lejos, creo que es fácil comprobar como tipos de almacenamiento que fueron considerados “de ultimísima generación” dejaron de serlo en cuestión de pocos años.
Al nacer mi hijo, como otras tantas familias, nos pareció buena idea hacernos con una cámara de vídeo para “inmortalizar” los primeros baños, los primeros pasos, las pedorretas a la hora de comer y los primeros metros con el correpasillos nuevo y hoy esas grabaciones se encuentran “muertas” de risa porque ni la cámara es compatible, ni se encuentran baterías y pasarlas a un nuevo formato sale casi tan caro como volver a tener otro hijo, que tampoco es plan. Y sólo han pasado 16 años.

¿Qué ocurrirá dentro de 100? ¿Quedará algo de estas letras para que, al menos, se pueda llegar a pensar que había quien escribía, quien plasmaba sus pensamientos?.
Puede ser que mientras estemos en este mundo, nos dediquemos a ir cambiando de formato nuestros archivos, pero no descartaría la posibilidad de ir dejándolo en papel porque bibliotecas antiquísimas siguen existiendo, a pesar del paso del tiempo, pero ¿alguien nos puede asegurar que ocurrirá lo mismo con todo lo que “creamos” de manera virtual?.

Ayer, me tropecé con una compañera mientras corría a buscar “sus agendas”; me comentaba que todo el mundo la instaba a pasar esos datos al pc o a alguna agenda electrónica pero no terminaba de convencerle el método, prefiere seguir atesorando sus libretas de direcciones, sus contactos, en algo “que pueda tocar”. Y son muchas las personas que piensan de igual manera. Hace unos días, Germán Gijón también comentaba lo mismo en su blog; prefiere las agendas de “toda la vida”.

Para el último cumpleaños de mi padre, le “editamos” un libro con muchas de las coplas que sabe y que, aún no siendo suyas, guarda en su memoria desde los años de su juventud. Si lo hicimos así, fue porque nos preocupaba que todo ese “conocimiento popular” desapareciera para siempre cuando nuestro padre nos falte. Forma parte de nuestras vidas, de la suya, pero no estábamos seguras de poder guardar en nuestras cabezas todas esas cosas, por lo que el papel nos aseguraba el poder mantenerlas, al menos, durante nuestra propia existencia en un formato “seguro”. Es un legado particular, sin ningún valor añadido, más que el poder conservar el “recuerdo”.

Dicen que el ciclo de una persona se completa cuando, por lo menos, ha plantado un árbol, escrito un libro y tenido un hijo. Es curioso que cada una de estas cosas sean “tangibles”, al menos, durante una generación más, lo que nos permitiría “sobrevivir” durante algo más que nuestra propia existencia. Y lo cierto es que, a priori, cualquiera de estas tres cosas van a durar más que el último formato de almacenamiento “virtual”.

No sé, me estoy planteando “seriamente” si no sería conveniente volver a la pluma y el papel o, al menos, imprimir las cosas que, realmente, nos gustaría conservar y, quien sabe, dejar atrás, por si las moscas.

8 comentarios:

Katy dijo...

Hola María, esta pregunta me la he hecho yo pero alrevés. ¿Que pasará con los testaferros de papeles escritos a mano, colecciones, poesías dibujos, diarios, postales que he ido guardando? Pués que cuando muera se tirarán a la basura para reciclar. En cambio en vez de ir al cementerio porque me habrán incinerado, mis nietos si lo desean, podrán saber algo de su abuela que ha usado esta última tecnología para recopilar algunas cosas. Y si no se borará y no dejaré huella alguna :)
Mientras disfruto pensando que el tener un blog es algo importante para compartir con la familia y los amigos.
El pasado no me pertenece el futuro no existe y solo poseo el ahora. Por eso he disfrutado de tu entrada tan bien escrita y sentida.
Besos y buen finde.

María Hernández dijo...

Hola Katy:

Los cielos me libren de "criticar", por malo, este medio que nos permite, como dices, compartir con los nuestros y con muchas personas "desconocidas" que nos visitan desde cualquier parte del planeta.
El blog es un invento "maravilloso", porque se encuadra dentro de la inmediatez que el ritmo actual de vida nos aplica.
No hay que esperar mucho antes de que alguien, en este caso tú, pueda leer lo que has escrito, con total facilidad.
¿Conociste a Amalia, la abuela bloguera?. Falleció hace algunos meses, pero antes de marcharse, gracias al blog que le regaló su nieto, nos dejó sus impresiones y compartió con muchas personas, tantas, que no creo que nunca antes hubiera imaginado que algo así podría ocurrir.
Esta es la "virtud" de este medio y me encanta; he escrito la entrada entre lavadora y lavadora, te contesto mientras tengo en la cocina una sartén con "papas" con tomate para la cena, mientras estoy pensando qué disfraz me pondré mañana para salir de carnavales. Y mientras, tú estarás con tus cosas y "oh, María ha escrito algo, voy a ver qué dice".
La red me ha permitido poder consultar libros antiguos, ya digitalizados, a los que tal vez nunca hubiera tenido acceso de no ser así.
Pero esta cultura, la que tenemos ahora, es posible que también llegue a ser Historia y ahí es donde me preocupa el asunto de la "virtualidad" y el cambio de formatos.
¿Recuerdas aquel mensaje que se envió en una sonda al espacio? Con lo mejorcito del momento, oye...Pues ya le hemos dado mil vueltas a los "últimos formatos", tanto, que es posible hasta que supusieran un problema reproducirlos hoy, aquí, en este mundo.
Me gusta la Historia, me gusta leer y sorprenderme de las cosas que otros, allá por el año de MariCastaña, pensaban, hacían o creían saber, pero claro, el papel está ahí, puede que apolillado, pero "físicamente" y se puede consultar.
Lo mío, solo tiene importancia para mi, pero ¿y todo lo que si es importante para los demás, en general, estará a buen recaudo? ¿habrán hecho copia en papel?, jeje.
Gracias, Katy por tu visita...te debo unas cuantas, pero, espero, todo se andará.
Un beso enorme y buen fin de semana.

Germán Gijón dijo...

Hola, María:
gracias por la mención. Yo sigo en tu misma onda: sin desmerecer el beneficio que nos supone el avance tecnológico, mantengo mi opinión de que hay que crear un recurso-reserva en previsión de errores, incompatibilidades de sistemas o simple dominio de soportes (¿qué pasaría, por ejemplo, si Google -y demás portales- deciden un día "desconectar el enchufe"?). ¡Cuántas veces he tenido que reescribir un comentario, perdiendo parte de la idea inicial, por haber habido problemas en la conexión y haberse perdido de vuestras páginas porque el cuadrito de marras no ha llegado a publicarse!
Me gusta el mando a distancia de mi coche, pero me pondría bastante nervioso si no llevase la apertura mecánica de siempre.
Un abrazo.

Fernando López dijo...

Hola María:

Yo creo que son compatibles los dos formatos. Las cosas se pierden en uno u otro caso, bien porque olvidamos donde las dejamos, bien porque las abandonamos. Me gustan los dos mundos, y al igual que Germán y tu, me gusta escribir también a pluma.

Lo que si creo es que la tecnologia futura permitirá recuperar sin problemas el "legado" que dejamos.

Un beso y feliz domingo

María Hernández dijo...

Hola Germán:
Pues éso, amigo ...¿y si deciden "desenchufar"?, jaja. Espero que algo así no ocurra, o al menos, que nos pille avisados y podamos buscar otro camino antes del "apagón".
A mi también me ha pasado lo que dices sobre los comentarios, plaff..y se perdió ¿dónde? no tengo ni idea, pero casi siempre pierdes un comentario "de los buenos" y luego ya te cuesta volver a plasmarlo de la misma manera.
Como usuaria de otras herramientas informáticas, ya estoy más pendiente de guardar a cada rato, porque a base de "perder" el trabajo de varias horas, uno aprende a ser más "precavido".
Pero aún así, da rabia, ¿verdad?.
Respecto a lo que dices del mando a distancia, es lo que tiene basarnos en lo tecnológico. Imagínate el día de las lluvias en Tenerife, a un compañero se le rompe el elevalunas eléctrico del coche...vaya una pu..ñeta. Le quedaron ganas de volver a su primer coche, el de la manivela, jaja.
Confiemos en el futuro y en sus posibilidades, pero tenemos que estar al loro, amigo, porque como perdamos el tren, estaremos muy "desfasados" como para salvar nuestros documentos.
Un beso grande y miles de tin-tin

María Hernández dijo...

Hola Fernando:
Yo también apuesto por la compatibilidad de los dos mundos. Es más, éste reconozco abiertamente que me gusta mucho, por su "viveza", por la comunicación que propicia, por la cantidad de información a la que puedes acceder, tanto para instruirte como para disfrutar.
Tienes razón en lo que respecta a "guardar" y no saber dónde. Pero que ilusión cuando lo encuentras, ¿no?.
Por algún lugar de casa tengo una de mis libretas de 1975, de 1ºEGB. Y en ella puedo ver qué cuentas andaba haciendo el día en el que nació mi hermana pequeña. Mientras mi madre la traía al mundo, yo sumaba y restaba en una libreta de cuadraditos. Y cuando vuelva a tropezármela, la volveré a guardar ¿por qué? porque no se borra, jaja.
Un abrazo, Fernando y que tengas una feliz semana ¿viajarás mucho también?.

Pedro Bonache dijo...

¿Que tal Maria...?, te léia y pensaba en Joa, ella tambien atesora, como tu amiga, muchisimas libretas de apuntes, de pensamieentos, cuadernos de anotaciones, diarios desde que era niña..., y desde luego, apenas si usa el ordenador, no es santo de su devocion.
Desde luego no hay nada como un libro de "los de siempre", nunca se queda sin bateria y el procesador tampoco se estropea.
Pero si que es posible que en un futuro se presente cierta "imcompatibilidad" entre un humano y un libro de papel..., si la inmediatez continua imponiendose, llegará un momento en que nadie leerá un libro, nadie leerá nada que cueste mas de un par de minutos de concentración..., realmente ya está ocurriendo.
De momento tu padre ya tiene "su libro de toda la vida" y eso no le caducará jamás y podrá ojearlo cuantas veces desee.
Un beso Maria..., y estupendo post, amena reflexion.

Josep Julián dijo...

Hola María:
Empiezo a comentar en tu blog por orden cronológico y no sé si podré acabar con todos hoy porque ya es tarde y he tenido una semana de locos.
Cuando empecé a interesarme por esto de los blogs recopilé un poco de información. Lo que más abundaba era quien decía que su motivación al iniciar un blog aunque fuera privado era digitalizar sus propias notas, reflexiones, etc. Parece que el acceso al público de los blogs no llegó más que como una derivación. En ese momento me hice la misma pregunta que tú, la de la obsolescencia futura que pronto cambié por otra más pragmática ¿que sucederá cuando nos quieran cobrar no sólo por el uso futuro que hagamos sino por acceder a lo que hemos escrito hasta ahora? Sólo pensarlo me entran sudores fríos y aunque todo el mundo me tranquiliza al respecto, no acabo de dormir tranquilo. ¿Y si resulta que hay un ataque nuclear contra la sede de Google y desaparecen todos los servidores?
Mejor vivir el día de hoy, como dice Katy. Lo demás quién sabe.
Un abrazo.

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