15 de marzo de 2010

Espacio vital



Desde hace más de dos años, cada día, para ir y volver del trabajo, uso el tranvía. Reconozco que me “viene al pelo”, porque su recorrido se adapta, perfectamente, a mis necesidades. Su puntualidad y frecuencia son dos de los elementos que más valoro, pero también la calidad de vida que me ha proporcionado, permitiéndome reducir el tiempo que perdía entre ir y volver.

Su trazado se ajusta tanto a mi recorrido que apenas en cuatro paradas me coloca en el destino deseado. Por ello, ni me molesto en sentarme; me sitúo cerca de una de las puertas y, casi sin darme cuenta, me dedico a observar a la gente, sobre todo, en el camino de la mañana.

Estudiantes universitarios, empleados, pacientes que se dirigen a cualquiera de los dos complejos sanitarios o abuelos representan el target habitual de una mañana cualquiera.

El tranvía está dividido en diferentes tipos de vagones; unos diseñados para asientos normales y otros, más específicos, para distintos posibles viajeros: pasajeros con escasa movilidad, carritos de bebés, bicicletas, embarazadas, etc. Para ellos hay un tipo de asiento distinto, de fácil acceso o, incluso, plegable para sujetar bicis, carritos de bebés o sillas de ruedas. De más está decir que estas indicaciones lucen muy bien en los cristales, pero brillan por su ausencia en la práctica.

A fuerza de repetir lo mismo cada jornada, un día caí en la cuenta de algo curioso: la manera, casi sistemática, en la que esos asientos se iban ocupando.
Estos asientos están dispuestos en dos grupos de cuatro, cada uno a un lateral del vagón. Un grupo es de asientos fijos y el otro es abatible, individualmente.

Lo normal es que primero se ocupen las cuatro esquinas. En este caso es indiferente el sexo de su ocupante, aunque casi siempre las primeras esquinas en ocuparse son las del grupo de asientos fijos.
Una vez están ocupadas las cuatro esquinas puede ocurrir lo siguiente.
Supongamos que en las dos esquinas superiores se han sentado dos mujeres y en las esquinas opuestas, dos hombres.
Lo que con toda probabilidad ocurrirá será que:
- Al lado de una mujer se sentará otra.
- Al lado de un hombre se sentará otro.
- Los dos asientos restantes se completarán sin distinción de sexo, aunque preferiblemente, enfrente de una mujer se sentará otra y lo mismo ocurrirá en el caso de los hombres.


También es posible que en el grupo de asientos fijos, se sienten dos pasajeros, cada uno en el extremo opuesto y de sexos distintos, pero en el otro grupo, solo uno se siente en la esquina y el otro pasajero, de igual sexo, ocupa un asiento dejando libre los de su costado, que quedarán sin abatir.
En este caso se podrán dar dos alternativas distintas, dependiendo del sexo que ocupe la mayoría de los asientos “iniciales”.

Caso 2 Caso 3
Una vez que todos los asientos están ocupados, las reglas de este periodo inicial se rompen, ya que siempre hay algún pasajero que cede su asiento a una persona mayor o a una mujer con niño/s.
Casi “encandilada” por semejante constatación, un día mientras íbamos en el tranvía, le comenté a Luis lo llamativo del asunto y me explicó que eso formaba parte de nuestro “lenguaje corporal”, del que se habían escrito muchas cosas. Un poco desanimada por el Nobel que ya no iba a recibir por tal descubrimiento (jejeje), decidí buscar un poco de información al respecto y esto fue lo que hallé en el libro “El lenguaje de los gestos” de Flora Davis (Si deseas verlo, pincha sobre el título, está digitalizado en Scribe).

Algunas veces la gente trata de hacer notar la posición de una porción de territorio público tan sólo por la ubicación que elige. En una biblioteca vacía, alguien que simplemente quiere sentarse solo, selecciona una silla en la punta de una mesa rectangular; pero en cambio, el que quiere desanimar abiertamente a otra persona a que se le aproxime, se sienta en la silla del medio. También podemos ver el mismo fenómeno en los bancos de las plazas. Si la primera persona que llega se sienta en una punta, la segunda lo hará en el otro extremo y después de esto, suponiendo que se trate de un banco corto, si la primera persona se sienta exactamente en el centro, podrá lograr mantenerlo para ella sola durante un lapso...” (Pág. 53, “El lenguaje de los gestos” de Flora Davis).

Ahora lo que me intriga es saber ¿quién nos enseña a actuar así? ¿es algo innato o lo aprendemos sin darnos cuenta?.

Mientras tanto, sonrío la mañana en la que se cumplen los pronósticos, porque no deja de darme una pequeña satisfacción haber hecho esta “investigación” entre bostezos, legañas y asientos de tranvía. Lo sé, casi es lo mismo que un banco en una plaza o en una biblioteca, pero yo lo he hecho en “movimiento”.

Seguiré observando....

13 comentarios:

GLORIA dijo...

No sé si esta manía nuestra de vivir observando todo cuanto pasa a nuestro alrededor es bueno o malo.....lo curioso es que las tres hermanas poseemos esa "cualidad" por llamarla de alguna manera.
No hace mucho leí una entrevista de una autora que tengo apuntada para ser una de las que leeré en cuanto pueda Jean Shinoda Bolen y en cuando leí sus palabras....sonreí ¿seremos sabias? jajajaja
"Cuanta más edad, más camino aprendido. La observación compasiva de la vida de los demás te enseña mucho, y las mujeres sabias se pasan mucho tiempo observando. Algunas mujeres, muy pocas, son sabias a partir de los 30 o 35 años; esas a los 60 son increíbles."
Besos

Katy dijo...

Hola María, dedicarde a la observación es una buena práctica. Aprendes sobre la vida en general... Es además señal de sensibilidad e intuición.
Yo tambien he observado el fenómeno de los bancos en el parque o en la biblioteca y lo he practicado. A veces nuestros semejantes no nos agradan demasiado. Deseamos la soledad y nos las ingeniamos para estar solos aún medio de una multitud.
Ha sido divertido leerte una vez más.
Tu sigue observando y luego nos lo cuentas :)
Besos y feliz semana

Anónimo dijo...

El mismo comportamiento se observa en muchos aspectos de la vida cotidiana. Pongo algunos ejemplos:

- Las butacas del cine (¿a qué molesta cuando el cine está vacío y viene alguien a sentarse justo al lado?) Eso es porque no respetan la ley no escrita de la distancia corporal.

- Y uno que ojalá pudieras ver para que te partieras de risa: los urinarios públicos masculinos. Se siguen las mismas normas (empezar por los extremos), aunque siempre hay algún chulito que empieza por los del centro porque se cree que lo tiene más grande que nadie. El ego por supuesto, no sean mal pensados :-)

Luis

María Hernández dijo...

Hola hermana:

Veamos los requisitos:

-Edad: la cumplo.
-Capacidad de observación: la tengo.
-Tiempo empleado: MUCHÍSIMOOOO.

Veredicto: o soy sabia, o entrometida, una de las dos cosas, jaja.

Pues sí, es cierto, las tres somos muy observadoras, pero eso sí que hemos podido "heredarlo" de la "Sra. Increíble" que tenemos en casa.
Más de una vez, y sin haber cumplido el requisito de la edad, sabes que con solo mirarnos ya sabía la una lo que la otra pensaba, porque hacía lo propio, cuando teníamos "a tiro" el mismo objeto de observación.
Sabias, no lo sé, pero que no nos aburrimos casi nunca, SEGURO, jeje.
Besitos.

María Hernández dijo...

Hola Katy:

Tú que has rodado por el mundo podrías contarnos las diferencias que hayas podido notar respecto a este lenguaje corporal.
En el libro que cito se dice que, por ejemplo, la cercanía corporal usada al hablar por los latinos "incomoda" a los norteamericanos, porque su "espacio" es mucho mayor que el de aquellos.
No he podido comprobarlo porque, básicamente, no he estado en EEUU.

"Por mi condición de canaria" (esto es un guiño a Manolo Vieira, fabuloso humorista canario), si que he podido experimentar que el tono de mi voz, por mi acento isleño, provoca pensar que "soy dulce", claro que ésto ya no es cuestión corporal, porque entonces estaríamos hablando de tener un serio problema de glucosa en sangre.
En todo caso, ambas cuestiones me hacen cavilar sobre el peso que tienen nuestras costumbres sobre este aprendizaje gestual. ¿Existirá una parte "universal" y otra "autóctona"?.
Ay, Katy, que me veo observando a los turistas que vienen a estas islas, jeje.
Un beso, gracias por venir, siempre estás pendiente.

María Hernández dijo...

Hola Luis:

Vaya, en lo del cine no había caído, claro que por lo poco que voy me sería muy difícil hacer una "investigación", jeje.

Ese apunte tuyo sobre los urinarios masculinos está muy bien, aunque comprenderás que no los haya elegido como objeto de mis observaciones. Aunque, pensándolo bien, para ponerlo como hipótesis en un cuestionario no estaría mal:

"A ver, situémos, un W.C. público, hay tres urinarios ¿en cuál de los tres se colocaría si estuviera en soledad? ¿y si hay alguien en el de la esquina, qué posición ocuparía Ud.? ¿y sí está ocupado en el centro?..."

Respuesta: "Depende...de la urgencia".

Por tanto, Luis, el tamaño del "ego" es irrelevante, como casi siempre.

Besos.

Fernando López dijo...

Genial María:

Un día de estos publicaré un viaje en un chicken bus que hice en guatemala en el mque, como tu, me dedico a observar la ubicación de los pasajeros, las reaccione setc...
En tu caso, la forma gráfica de expresarñlo es casi de detective que está reconstruyendo algo.

Es curioso nuestro comportamiento en cada situación. El lenguaje de los gestos, el corporal, que en muchas culturas es diferente (de esto también hablaré algún día)y que muestran como las conductas son resultados de aprendizaje.

Enhorabuena María. Me ha parecido genial.

Un beso.

María Hernández dijo...

Gracias, Fernando.

Será muy interesante leer ese futuro post sobre el chicken bus. No creo que a nadie se le escape que, lo mismo que los ojos de un niño, los de un turista son, extremadamente, observadores. Los lugares y costumbres se nos revelan como algo tan cotidiano que no les prestamos mucha atención cuando los tenemos a diario.
¿Quién, alguna vez, no se ha sorprendido viendo a un par de turistas, parados, mirando "algo" en lo que jamás habíamos reparado?.
En mi caso, como poco turismo hago, me transformo en "turista de lo cotidiano" y observo cosas comunes, de las de andar por casa. Así no pierdo la costumbre por si algún día "toca la flauta" (o la lotería) y consigo "ver mundo".
Un beso, gracias por volver.

Fernando López dijo...

Maria:

Tu ya ves el mundo con lo que eso significa. Lo que apuntas de los turistas que reparan en algo que los demas obviamos es lo que hace la diferencia. Y esto da para otro experimento.

Saber mirar forma parte de la sabiduria en mi opinion y eso sabes hacerlo.
Un beso

Unknown dijo...

Hola María, es un enorme placer saludarte.

So pasaba por acá para saludarte y felicitarte por el enorme progreso que tiene tu blog, y por lo que puedo observar tiene mucho prestigio ya que muchas personas comentan y eso es verdaderamente admirable. Espero que tus progresos se vuelvan aun mas grandes así las personas tienen otras perspectivas de las cosas y pueden ver de diferente manera la vida. La verdad te admiro por que tienes un estilo único en tu blog, no le copeas a nadie, tus ideas son únicas y pues en pocas palabras eres diferente.

Pues si observaste mis blog te diste cuenta que yo no tengo ese toque, pero hace muy poco tiempo e creado uno nuevo, pues para implementar ese estilo tuyo, en este nuevo blog no quiero sacar ideas de alguien mas, quiero destacar solamente mis conocimientos y no tomar cosas de los demás para hacerlas pasar como mías. Pero tampoco puedo decir que en mis blog hay solo cosas "robadas" también hay ideas únicas que me pertenecen, pero bueno eso pierde valor con la mayoría de mis post. Bien pues te felicito nuevamente por tus logros, y quisiera que pronto te pasaras por mi nuevo blog, este tiene un poco mas de decencia y originalidad, se trata de exponer un poco mis conocimientos, proporcionar lo que se a las personas que necesiten un poco de ayuda, y obviamente también expresaré algunas de mis ideas y opiniones, al menos hasta que me sienta capaz de crear un blog personal.

Bueno eso es lo que quería expresar y pues discúlpame que comento esto en esta sección pero como no tienes una sección especial para comentarios pues decidí hacerlo aquí. Agradezco tu interés de ayudar a los demás y pues también te dejo el link de mi nuevo blog, por si quisieras pasar a verlo, aún no lo he terminado pero estoy en eso.

http://softnex.blogspot.com

Saludos y cuídate y espero que tu blog se vuelva mas grande y consideres la idea de expandirte por otros blog, recuerda que con eso yo te apoyo, solo tienes que contactarme, así podrás tener una voz que se escuche por todos lados.

María Hernández dijo...

Hola Virus Infernal:
Gracias por tu visita y, sobre todo, por dejar un comentario.
Ya he visitado tu nuevo espacio y veo que lo dedicas a temas informáticos, ayuda para bloggers, etc. Eso está muy bien, porque hay personas, como yo, que necesitan consultar cosas para poder crear un espacio "personal". En mi caso, usé, básicamente, dos páginas similares a la tuya: El escaparate de Rosa y El balcón de Jaime. Puedes visitarlas, en el menú superior de este blog están sus enlaces.
Mi blog no tiene ninguna pretensión, pero te agradezco que lo consideres "con estilo único". Aquí apenas muestro parte de las cosas que me pasan por la cabeza y para las que últimamente tengo poco tiempo para plasmar. Por eso, agradezco mucho las visitas y los comentarios que van dejando por aquí todas estas personas. La gran mayoría también tienen espacios propios, muy interesantes, de los que aprendo mucho y como bien dices, se toman otras perspectivas, otras formas de mirar al mundo.
Gracias nuevamente por tu visita y enhorabuena por la inauguración de tu nuevo blog. Seguro que pronto te animas a tener uno más "personal".
Un saludo.

Josep Julián dijo...

Hola María:
Muy buenas observaciones hechas por una muy buena observadora. En efecto, en todas esas situaciones que describes de suman dos elementos, el espacio vital y la protección entre las minorías.
Tú que vijas en medio público, seguramente algunas veces habrás ido como "en lata de sardinas" y lo asumes, pero si en un ascensor vacío en el que estáis solo dos personas la otra se te arrima mucho no lo soportas. Eso, es el epacio personal que actúa de forma distinta según el contexto.
La otra es la protección de las minorías. Si hay hombres y mujeres y unos u otros están en minoría, tenderán a agruparse por sexos.
Somos más predecibles de lo que nos pensamos, sólo eso.
Un abrazo.

María Hernández dijo...

Hola Josep:
Pues si, parece ser que somos más predecibles y más "naturales" que lo que pensamos.
Ahora, no deja de ser curioso, que "armados" con la mejor de las tecnologías (móviles de última generación, Ipod, libros digitales, etc), actuemos "por naturaleza" (lo de la protección de las minorías, no es más que intentar sobrevivir).
Y tampoco hay diferencias en cuanto a la "formación"; actuamos de igual manera con estudios o sin ellos, ya seas médico o limpiacristales....si una de las esquinas de los asientos está libre, "es mía", jeje.
Un beso.

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