
Reviso con avidez los titulares de la prensa digital. Lo reconozco: estoy preocupada.
La primera noticia, de lo que está pasando, la conocí mientras leía, el pasado viernes, un post en un blog amigo de México. Apenas era el comentario de una madre que, ante las noticias que iban surgiendo en su país, había rechazado la invitación a un cumpleaños de algún amiguito de sus hijos. En ese instante me pareció anecdótico el celo de esa madre hacia sus vástagos.
Poco a poco, pero sin pausa, han ido apareciendo más y más noticias sobre la “nueva gripe”. Los casos se van extendiendo por el mundo gracias al transporte humano, que atraviesa fronteras y continentes en pocas horas. Aparecen “sospechosos” en muchos sitios a la vez y hasta el momento , en el que estoy escribiendo, hay 114 casos confirmados por pruebas de laboratorio.
La OMS acaba de elevar la alerta a nivel 5: riesgo inminente de pandemia, debido a los casos que se han confirmado y que, previamente, no habían viajado a México.
Algunos países comienzan a aplicar medidas drásticas como la prohibición de vuelos hacia o procedentes de México, el sacrificio de todos los cerdos en Egipto, declaran el estado de emergencia en California, etc.
Y cada vez me preocupo más, sobre todo, porque hay un dato que no llego a comprender, será por ignorancia, pero no me cuadra.
Compruebo las edades de los contagiados, personas jóvenes, muchos estudiantes que viajaron a México por diversos motivos y que a su vuelta se encuentran enfermos. Otros tantos estudiantes en EEUU.
Normalmente, cuando anuncian las campañas de vacunación contra la gripe, se hace mucho hincapié en los grupos de riesgo: personas mayores, pacientes crónicos (diabéticos, asmáticos, etc.) o inmunodeprimidos porque, precisamente, son los más expuestos a contagiarse y a padecer complicaciones.
Y me pregunto ¿qué tiene este virus que es capaz de contagiar a una persona joven, supuestamente sana, que es capaz de cruzar medio mundo para hacer un viaje de estudios y que, a priori, no se encuentra en los grupos de riesgo?.
Aquí, en España, todos los casos, hasta el momento, parecen ser personas jóvenes, entre 21 y 29 años.
Sinceramente, estoy preocupada. Este nuevo virus parece tener un patrón “no habitual” y, cuando estamos poco acostumbrados a ver algo, es posible que “algo” se nos esté escapando y no es momento para dejar cabos sueltos.
La primera noticia, de lo que está pasando, la conocí mientras leía, el pasado viernes, un post en un blog amigo de México. Apenas era el comentario de una madre que, ante las noticias que iban surgiendo en su país, había rechazado la invitación a un cumpleaños de algún amiguito de sus hijos. En ese instante me pareció anecdótico el celo de esa madre hacia sus vástagos.
Poco a poco, pero sin pausa, han ido apareciendo más y más noticias sobre la “nueva gripe”. Los casos se van extendiendo por el mundo gracias al transporte humano, que atraviesa fronteras y continentes en pocas horas. Aparecen “sospechosos” en muchos sitios a la vez y hasta el momento , en el que estoy escribiendo, hay 114 casos confirmados por pruebas de laboratorio.
La OMS acaba de elevar la alerta a nivel 5: riesgo inminente de pandemia, debido a los casos que se han confirmado y que, previamente, no habían viajado a México.
Algunos países comienzan a aplicar medidas drásticas como la prohibición de vuelos hacia o procedentes de México, el sacrificio de todos los cerdos en Egipto, declaran el estado de emergencia en California, etc.
Y cada vez me preocupo más, sobre todo, porque hay un dato que no llego a comprender, será por ignorancia, pero no me cuadra.
Compruebo las edades de los contagiados, personas jóvenes, muchos estudiantes que viajaron a México por diversos motivos y que a su vuelta se encuentran enfermos. Otros tantos estudiantes en EEUU.
Normalmente, cuando anuncian las campañas de vacunación contra la gripe, se hace mucho hincapié en los grupos de riesgo: personas mayores, pacientes crónicos (diabéticos, asmáticos, etc.) o inmunodeprimidos porque, precisamente, son los más expuestos a contagiarse y a padecer complicaciones.
Y me pregunto ¿qué tiene este virus que es capaz de contagiar a una persona joven, supuestamente sana, que es capaz de cruzar medio mundo para hacer un viaje de estudios y que, a priori, no se encuentra en los grupos de riesgo?.
Aquí, en España, todos los casos, hasta el momento, parecen ser personas jóvenes, entre 21 y 29 años.
Sinceramente, estoy preocupada. Este nuevo virus parece tener un patrón “no habitual” y, cuando estamos poco acostumbrados a ver algo, es posible que “algo” se nos esté escapando y no es momento para dejar cabos sueltos.
Seguiré pendiente de los titulares de la prensa digital. Ojalá que quienes se dediquen a la investigación encuentren pronto los motivos, los cómo, dónde y por qué de esta pandemia, mientras los que tienen que velar por nosotros lo hagan lo mejor posible, desde el médico de familia que nos atiende, hasta el político que deba tomar las decisiones más “saludables” para nuestros países.
El mundo está en crisis....de salud.
El mundo está en crisis....de salud.