28 de enero de 2010

T-Koso es otra historia....


Últimamente, no he podido dedicarme a este blog, tanto como me gustaría.

¿Motivos?, unos cuantos, pero el más importante se llama T-Koso y no es un novio japonés.

T-Koso nació de la casualidad y fruto de la causalidad. Desde siempre, el mundo de las manualidades y artesanía me ha interesado mucho, llevándome a practicar y probar distintas técnicas, con distintos materiales y gran variedad de resultados (algunos muy penosos y otros, no tanto). El año pasado, mis inquietudes se posaron sobre la aguja y el hilo tratando de compaginar el reciclado con el arte de coser. De allí salieron varias piezas como guardatijeras, alfileteros, etc. donde se mezclaban retales de tela con tapones de refrescos, cintas y botones de segundo uso, etc.


De una cosa salió la otra y pronto estuve confeccionando broches con materiales reciclados; una segunda y “decorativa” oportunidad para aquellas prendas y complementos que se van quedando olvidados en el fondo de nuestros armarios. Algo así como poner en práctica y con "fuego real" algunos de aquellos tantos "sobres" para los que mi madre nos instruyó, en primera instancia, y donde hemos seguido guardando conocimientos.

Un día, “alguien” se fijó en uno de mis broches “¡Qué bonitoooooo!” – dijo con total entusiasmo y respondí “¿Te gusta?, los hago yo”. “Ah, ¿si?...pues yo quiero dos, uno igual que éste, en rojo y negro y otro, en blanco y rojo”.


A este “primer pedido” le puse mucho cariño y me lo devolvió poniendo los broches a “vista” de mucha gente, lo que consiguió que el “yo quiero uno como éste”, transformaran el mes de Diciembre en un sin parar.

Mientras tanto, en mi cabeza se gestaba la idea de “crear” algo que no existiera, un modelo propio, “algo” que fuera mi “propia marca” y que a la vez pudiera ser especial: así nació Pirbulina.
Pirbulina es un hadita novata, que cambia constantemente de colores y complementos y que, se adapta a los gustos y preferencias de aquél que será su “protector”, una vez salga de mis manos. Pirbulina es única, exclusiva, porque cada una de ellas tiene “algo” distinto; donde iba una flor, va un botón, donde era de un color, ahora es de otro, etc.

He creado un blog nuevo para ir subiendo las fotos de mis trabajos, pero ni tiempo tengo para dedicarme a diseñarlo como me gustaría. Mi vida, después de mi trabajo, se ha llenado de retales, hilos, fieltros, agujas, cintas, cordones, etc. y donde antes había un rato para escribir, ahora solo hay patrones, recortes, telas y envoltorios.

Esta aventura acaba de empezar…¿hasta donde llegaré? Sólo el destino sabrá la respuesta. Mientras tanto, intentaré, en la medida de lo posible, seguir a mis seguidores, contestar si me han preguntado y escribir algo en cuanto pueda y el resto del tiempo "libre" dedicarme a “crear”.

Si os pica la curiosidad, el enlace de mi nuevo blog es http://t-koso.blogspot.com/ y mi Pirbulina es ésta:


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14 de enero de 2010

¡Congela la crisis!



En estos momentos, donde el peor agorero nos condena a crisis a la perpetuidad
y el mejor nos augura un año movidito, no faltan gurús, columnas periodísticas, foros, debates, blogs, espacios radiofónicos o televisivos donde intentan instruirnos sobre cómo se maneja una crisis y hasta dónde debemos cambiar para conseguir superarla. Incluso analizan aquellos índices que han ido mostrando durante meses la que se nos avecinaba y que aún arrojan datos sobre el comportamiento económico.


Hay teorías para todos los gustos, pero, tal vez, unas de las más conocidas es que en época de crisis se consumen más barras de labios color rojo. No dudo que las ventas de este producto puedan incrementarse, pero no he visto nunca a mi madre con “las bembas colorás”, como decía Celia Cruz y, en cambio, le escucho decir a menudo “Yo siempre he vivido en crisis” y no le falta razón porque algunas (y gordas) ha tenido que sobrellevar.

Algunos autores apuntan otros índices a tener en cuenta: cifras de venta de vehículos, éxito o fracaso de rebajas, consumo de galletas tipo “María”, largo de las faldas, venta de juegos de mesa, longitud de la melena, e incluso, hacer o no comentarios en foros económicos. Ahí es nada.

Pero la capacidad de observación, afortunadamente, es universal y tanto la puedes tener tú, como yo, o como mi hermana que como buena “observadora” de lo divino y humano ha encontrado un nuevo índice que muestra, con precisión, como la economía se “enfría”.

Hace ya para dos años, nos comentó que algo” se estaba cuajando porque, de repente, habían empezado a aparecer, en los congeladores de los supermercados, aquellas, ya casi olvidadas, piezas de carne de vacuno, conocidas como “palomitas”. Recordaba, perfectamente, cuando había sido la última vez que el consumo de carne congelada había sido de uso generalizado entre la población “de a pie”.

En los años 70 era muy conocida la que venía de Argentina y de la que las familias canarias eran consumidoras habituales, seguramente debido a las facilidades de importación que suponía disponer de puerto franco. Esta particularidad de los puertos del archipiélago ofrecía algunas ventajas como poder adquirir productos de procedencia, por ejemplo, británica, en el sector de la alimentación, o japonesa, en aparatos electrónicos que resultaban más asequibles que en el resto del país o donde eran desconocidos.

Después del “toque de atención” de mi hermana, he seguido con interés, a lo largo de estos meses, como el espacio que se dedicaba a los congeladores en distintos establecimientos se ha ido incrementando, así como la oferta y demanda de productos congelados, especialmente, carnes, de procedencia variopinta y precio bastante más reducido que la carne fresca, como las “palomitas” (paleta de ternera), pechugas, alitas y cuartos de pollo, filetes de ternera, etc.


Afortunadamente, para los que como yo no somos muy amigos de lo cárnico, la oferta de verduras ultracongeladas también ha ido en aumento, de forma que podemos beneficiarnos de una gran variedad de productos de la “huerta polar” a un precio asequible. Y algo similar ha ocurrido con el pescado.


Que nuestra cesta de la compra contenga productos congelados (carnes, verduras, pescados) o enlatados, en lugar de frescos, no es mala fórmula para tener una dieta variada y económica en estos tiempos de crisis, pero no hay que comprar sin “observar” bien el etiquetado, porque aprovechando este chaparrón, hay quien ni cambia de color si nos intenta vender “gato por liebre”, bajo la excusa de abaratar costes.


Desde hace algunos meses vengo notando que los pimientos en lata, de una marca “genérica” (digámoslo así), proceden de China. ¿De China con la cantidad de pimientos españoles que hay?. Pues sí, de la misma China oriental, de manera que he dejado de comprarlos directamente, tengan o no tengan mejor precio que otros, porque NO me fío, ni de los pesticidas que pueden estar usando en su producción, ni de otros tantos agentes contaminantes y/o nocivos que pueden estar involucrados desde el origen hasta su manufacturación, quien sabe si al margen de una normativa (como la europea) que vele por nuestra seguridad alimentaria. Y que nadie se rasgue las vestiduras porque ejemplos hay a montones.


Pero ahí no queda la cosa.


Como lo de comer productos congelados parece cosa de “pobretones”, el concepto “fresco” ha vuelto a tener el caché que tenía antaño y parece que vivimos, casi, en viernes de vigilia pero la semana entera, añorando que nos de “el fresco”.


Así no es extraño encontrarse a alguien que le echa un ojo al pulpo que parece que le está diciendo “llévame contigo” desde la vitrina de la zona de pescadería, tan pulcramente envasado, con ese brillo tan particular y esos tentáculos que parecen reclamar un abrazo, hasta que logra hacer sucumbir al comprador que, ya para sí, anda diciendo “un día es un día” mientras mete en el carro de la compra lo que cree es “pulpo fresquísimo de ayer”.

¡Ay, ay, ay! Si hubiera mirado la etiqueta se habría percatado que hay una X donde dice “Descongelado” y que la fecha de ayer es del envasado, pero no se fijó tanto. ¿Y qué pasará si al llegar a casa cambia de parecer y de menú y cree que lo conveniente sería congelar el pulpito “para el fin de semana, que tendré más tiempo” ?. ¡Al garete la cadena de frío!. Y lo peor de todo es que este pulpo era igual que los que estaban en los congeladores del super, al mismo precio inclusive, pero creer que “es oro todo lo que brilla” le ha jugado una mala pasada a nuestro vecino.



¡Ojo al etiquetado! que tener el cinturón apretado no debe ser sinónimo de ingenuidad y aunque la crisis congele nuestra economía y el contenido de nuestra cesta de la compra, hay que agudizar los sentidos y aprender a distinguir entre “el producto fresco en venta” y “el fresco que vende el producto”.

Mientras tanto y hasta que no vea volar, de nuevo, a “las palomitas” y los congeladores que las contienen, la crisis no habrá pasado, a juzgar por el valor de este nuevo índice económico.

Eso sí, las empresas dedicadas a los congelados estarán notando como sus ventas aumentan, sobre todo, las que ofrecen productos sin elaborar. ¿Cotizarán en bolsa? Si así fuera ¿habrán subido sus acciones?

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11 de enero de 2010

De la chatarra al tomate


En el blog de Fernando López “Soul Business” me enteré de la iniciativa que proponía otro bloguero, Javier Rodríguez Alburquerque en su blog Red10 para publicar en distintos blogs, durante los días 7, 8 y 9 de Enero, noticias “positivas” que ocurrieran en nuestro entorno, pueblos y ciudades.

Me hubiera gustado participar, pero no pudo ser, aún así, hoy he leído con admiración una noticia que publicaba el periódico
El Día llamada “La Fuerza de la agricultura” y no he podido resistirme a compartirla.

Aunque el artículo lo podéis encontrar pinchando sobre el título de la noticia, me permito hacer un breve resumen.

Chicho, como se le conoce en el barrio, se jubiló hace un tiempo y tuvo la genial idea de transformar un solar, lleno de chatarra y porquería, en un huerto urbano. Para ello, solicitó el permiso de sus propietarios y, poco a poco, fue retirando los residuos para ir plantando verduras y frutales.











Hoy, como puede verse en las fotos, es un huerto “más que apañado”, enmedio de un barrio humilde, igual o casi idéntico a cientos de barrios de nuestro país, donde se demuestra que con “ganas y voluntad” hay utopías que son realizables.

También el pasado 8 de Enero, en el programa
Callejeros de Cuatro, se pudo ver una iniciativa en Zaragoza, donde el consistorio está recuperando solares abandonados en el casco histórico de la ciudad para convertirlos, de manera provisional y hasta su construcción, en espacios “verdes” y lúdicos donde se entremezclan los huertos urbanos (algunos dedicados a escolares de la zona) y zonas donde pasear, sentarse y pasar un rato rodeados de plantas.





(A partir del minuto 3:28 hasta 4:49)



Buscando algo más de información, tropecé con este blog "Estonoesunsolar" dedicado en totalidad a la actuación del ayuntamiento de Zaragoza en su programa de intervención en solares del centro histórico de la ciudad, donde se puede ver como se han ido realizando las obras de este proyecto.


Y además, encontré que el diario La Provincia había publicado, el pasado mes de noviembre, el siguiente titular “Parcelas para parados”. Los ayuntamientos de Santa Lucía de Tirajana e Ingenio, ambos municipios de la isla de Gran Canaria, ultimaban el acondicionamiento de terrenos valdíos para convertirlos en pequeños huertos de agricultura ecológica para ofrecerlos a parados y familias de escasos recursos, con el fin de dedicarlos al autoconsumo y venta de los excedentes en mercadillos agrícolas comarcales.

Sin duda alguna son tres buenas iniciativas que refuerzan el sentido de “enseñar a pescar”. Por un lado, nos libramos de esos antihigiénicos y antiestéticos solares sin construir y abandonados a la chatarra y desperdicios y por el otro, se rescata el valor de la tierra, el olor que desprende un tomatero y, sobre todo, “desaprender” para aprender nuevamente lo que habíamos olvidado y, hasta, devaluado.

Mi enhorabuena para "Chicho" por su iniciativa personal que se ha convertido en comunitaria y también para estos ayuntamientos que han sabido buscar "alternativas" para sus ciudadanos. Ojalá estos proyectos calaran hondo y se dispersaran por todo el territorio nacional para que nuestras calles volvieran a llenarse de los olores de la madre Naturaleza.
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6 de enero de 2010

Y tras los Reyes.....basura



Al regresar esta tarde a casa, tras el reparto de regalos y la comida familiar en este día de Reyes, no he podido evitar ir fijándome en los contenedores de basura.

Tal vez esta noche sea una de esas “noches malditas” para el servicio de recogida de basuras de todos los municipios de este país. Cajas y más cajas de cartón, toneladas de papel de regalo, enseres que han sido sustituidos por otros nuevos o, al menos, eso era lo que ocurría en el pasado: contenedores sobrepasados en contenido que acababa por acumularse en su alrededor como auténticas montañas de “material envolvente”.

Puede ser que aún fuera temprano, o puede ser que este barrio ya no es lo que era y quien antes fue niño y recibía con ilusión a sus majestades orientales ya ha volado hacia otros confines y sus “deseos cumplidos” ya no generan basura local. Pero también puede ser que la crisis haya afectado a dichos deseos, pero alivie a los empleados municipales de tanto desecho “encartonado”.

Lo que está claro es que, sus majestades, este año han sido más “orientales” que nunca, a la vista de cómo estaban, estos últimos días, todos los establecimientos que bajo la firma “Made in China” se han asentado en nuestras ciudades.

Aún así, el incremento de basura colapsará los contenedores de aquí a la noche, porque nadie se ha podido resistir a la magia del regalo, del papel colorido y la cinta adhesiva.

Y pensando en estas cosas, he recordado una noticia que daban los reporteros de TVE el pasado día 3 de Enero, llamada “Los ladrones de basura”.

En este caso, el reportaje está rodado en Madrid, pero podría estar ocurriendo en cualquiera de nuestras ciudades. Una “empresa fantasma” se encarga de pasear un camión de cierto tonelaje por la ciudad, a la busca y captura de papel. Ya no es el típico cartonero que todos hemos conocido, en esta ocasión buscan papel de oficina del que a diario tiramos toneladas. Según cuenta el responsable de una planta de reciclaje, que no sólo ofrece su servicio de recogida sino que compra papel al peso, “es muy difícil saber de donde viene ese papel”. Por otro lado, un abogado comenta que estos piratas de la basura “es gente que está haciendo dinero con ello y que lo está tomando de un propietario que es el ayuntamiento en este caso, por lo cual se puede clasificar como hurto”. Fruto de esta actividad, cada noche, podrían obtener unos 540 euros. Según el ayuntamiento se han puesto 21 multas en los últimos meses por este motivo.

Ver este reportaje me hizo cavilar respecto al tema de los residuos que, ya de por sí, es algo que siempre me ha preocupado.

Nunca me he planteado si mi ayuntamiento saca algún beneficio de la basura que, tal y como dice el reportaje, una vez colocada en el contenedor pertenece al consistorio. Y si no fuera así ¿por qué razones no se puede?. Desconozco, sinceramente, qué ocurre con nuestros desechos una vez se los lleva el servicio de recogida. Me gusta pensar que, ya que me preocupo de separar mis basuras, al menos vayan al sitio más adecuado para su tratamiento, aunque me temo que no sea así al 100%. Me sé la teoría, pero la práctica es otro cantar.

Si un conductor y dos operarios pueden conseguir hacer 540 euros en una noche, ¿cuánto no podría hacer un servicio especializado y generalizado en estos menesteres como lo tiene cada ayuntamiento? ¿Existen ingresos por este motivo? ¿Permiten las leyes que los municipios puedan obtener beneficios por la venta de su basura para el reciclado?. No lo sé, pero estaría bien ¿no?. Y no sólo por los ingresos que podría generar, sino por la “recuperación” de materia prima que ello supone, dándole una vuelta de tuerca a la acumulación de residuos, asunto tan preocupante en estos tiempos.

Por el servicio de recogida de basuras, cada vivienda paga una cuota variable según el municipio donde se encuentre. En todo caso, si en lugar de una vivienda es una empresa, tenga el tamaño que tenga y da igual si sólo genera una bolsa llena de papeles a la semana, el consistorio incrementa dicha cuota por tratarse de una actividad empresarial. Imagino, porque tampoco lo sé, que el conjunto de dichas cuotas será suficiente como para financiar dicho servicio. Dado que en la mayoría de los casos y, sobre todo, en localidades a partir de cierto número de habitantes, este servicio no lo presta el propio ayuntamiento, sino que es realizado por empresas contratadas a través de concurso (se supone), el “montante final” dependerá de la oferta que haya presentado el mejor postor. Por tanto, la partida presupuestaria que se haya dispuesto para este servicio, es incluso probable que, resulte “positiva” para las arcas municipales, al realizarse dicho servicio por menos dinero del que, en principio, se habría calculado.

No sé ustedes que pensarán, pero yo estoy “viendo el negocio”: cobro de cuotas por vivienda o empresa, contratación “a la baja” de dicho servicio, venta de residuos a empresas privadas para su reciclaje = DINERITO a favor, negocio redondo.

Seguramente no debe ser tan fácil como lo he planteado, pero no me importaría que un buen día nuestros ayuntamientos se conviertan en los “armadores” de este buque del reciclado y reciclaje y que nuestras basuras, al menos, permitieran financiar un modelo más eficiente para su tratamiento, aliviando a nuestro planeta de tanto “peso muerto”.

De momento, a título particular, no está de más ir reduciendo ese impacto malévolo desde nuestro mundo individual; siempre podemos “reutilizar” muchas de las cosas que tiramos sin pestañear siquiera: papel, envases plásticos, cartón, bolsas. Yo lo intento y me lo pasó genial “inventando” nuevos usos, sólo es cuestión de querer hacerlo.

Y tú, ¿has probado a intentarlo?
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