10 de septiembre de 2010

Tintines para Germán

Desde hace algunos meses conozco los problemas de salud que Germán está padeciendo. Este joven es hijo de otro Germán, uno de los comentaristas que este blog me permitió conocer.

En las últimas semanas la situación se ha complicado mucho, las cosas no andan como serían deseables y las contrariedades se van sumando.

Siempre estamos hablando de las grandes posibilidades que nos ofrece la red, el ser o estar en 2.0, en mantenerse en conectividad total, en mostrarnos para que todo el que quiera llegar, lo haga. Germán “padre” no se lo ha pensado mucho y ha usado esta posibilidad para hacernos llegar, a todos sus contactos “virtuales”, su petición.

Es católico, creyente y practicante y mantiene su fe en el poder de la oración conjunta, pero también vive en este planeta y  sabe que “hay de todo en botica” y unos estarán por la labor de entonar un Padrenuestro o un Ave María,  otros se decantarán por un mantra ,o, simplemente, pensarán en Germán. Lo sabe y por ello se ha dirigido a todos nosotros así, con la humildad que solo un ser que está sufriendo puede mostrar, con el amor que unos padres sienten por sus hijos y, también, con la “desesperación” propia de quien sabe que el asunto “no está en sus manos”, y tan sólo para pedirnos que le dediquemos un poquito a su hijo, unos minutos, una oración, una plegaria, un “lo que sea” pero a su salud.

Desde hace varios meses le envío mis “tintines”.  Él y Almudena, su esposa, saben que es mi forma de rezar por Germán, de enviarle mis mejores pensamientos, de creer que puedo proyectar un poco de mi energía, de la mejor y positiva, para que su corazón le diga a su sangre, que le diga a sus órganos, que le diga a su alma: “claro que puedes”.

Fernando, de Soul Business, también ha publicado hoy “I say a little prayer for you”, dedicado a Germán y sus comentaristas, como Katy o Javier, entre otros, le han dedicado unas palabras.

Desde aquí,  le pido a todo aquel que lea este post que “piense” en Germán. Si es hombre o mujer de fe, que rece; si no lo es, que entone una canción alegre, que envíe sus mejores deseos de recuperación, que proyecte su fuerza y esperanza, que le dedique una poesía, que le regale un paisaje bonito. En definitiva, que haga lo que esté en su corazón para enviarle un poco de energía. No cuesta nada y entre todos podemos ser muchos “pensando” lo mismo:  “Yes, you can”.

Para y por Germán.
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7 de septiembre de 2010

7 de Septiembre



Caemos en la tentación de “dejarlo para una mejor ocasión” demasiadas veces. Posponemos ese regalo o esas palabras hasta el primer cumpleaños, la primera comunión, los 15 o los 18, el fin de carrera, el aniversario o las bodas de Oro como quien tiene la certeza de estar allí cuando llegue el momento.


Sin querer  “queriendo”  jugamos a sentirnos eternos, pero no, no lo somos.


Hoy es un día especial para ti y para mí; es tu cumpleaños, tu 17º cumpleaños y no voy a esperar a que cumplas 18 para regalarte un trocito de mi memoria:



“Hacía algunas horas  que sentía molestias en la zona lumbar. ¡No te impacientes, aún no es el momento! – había dicho tu abuela la tarde anterior,  al otro lado del teléfono y a 2000 kms. de distancia.



¿Sería posible? ¿Vendrías este día? ¿Me dejarías conocerte este 7 de Septiembre de 1993?. De ser así, habrías elegido un día muy especial. Borrarías de un plumazo una de mis tristezas, la que marcó otro 7 de Septiembre, seis años antes, cuando aquel avión despegó y me alejó de todo lo que había conocido y querido hasta entonces.



Sí, sí, sí, es un día precioso para que vengas a conocerme y además, hoy, justo hoy, hace 9 meses que el “milagro de la vida” se produjo. Que no te extrañe, las madres sabemos esas cosas, siempre tan apegadas a las fechas y los recordatorios. Si vienes hoy, te estaré esperando, como lo he hecho durante estos meses y como lo haré el resto de mi vida.



Llegó la hora, llamaré a tu padre.


¿Aún falta mucho?- pregunté. “Será cuando tenga que ser, aunque no tardará tanto como crees”- dijo alguien.



Y cuando llegó el momento,  se puso en marcha la verdadera carrera hacia la vida, ese paso estrecho entre las entrañas de una mujer, mezcla de dolor y esperanza,  bocanadas de aire, gotas de sudor y gemidos hasta el sonido anhelado: tu llanto.



Al mismo tiempo que el sol se escondía tras las redondeadas montañas  y las hogueras de “las candelarias” comenzaban a iluminar los cortijos y campos de la Axarquía aquel 7 de Septiembre,  viniste a mí, saliendo de mí, cambiando mi vida para siempre y por siempre.



Mientras mis manos tocaron las tuyas, tan pequeñas y frágiles, durante aquellos segundos, lloré. Lloré de felicidad, por ese momento, por verte bien, sano. Mis lágrimas felices se mezclaban con la sonrisa de mis labios al mirarte, al conocerte, al aprenderme cada uno de tus rasgos. Por fin estabas aquí, a mi lado.



Ni siquiera traté que me alcanzara el sueño aquella noche; era imposible; tenía tantas y tantas ganas de mirarte que  pasé mi primera noche como madre,  en vela. Puse mi mano cerca de la tuya y cogiste uno de mis dedos, abarcándolo durante toda la noche,  creando un nuevo cordón umbilical que nos mantuviera unidos nuevamente.



Aquel 7 de Septiembre de 1993 comenzaste tu vida y yo la mía, diferente a la que me hubiera gustado que tuvieras, distintas, ambas, a las que había soñado para nosotros pero ¡VIDA! con todo su significado; hemos luchado por ella, por la tuya y por la mía, nos hemos mantenido cogidos de la mano, como nuestra primera noche, intentando no desfallecer en este camino vital, a pesar de los contratiempos y de los tiempos.



No ha sido fácil ¿verdad?. Empezaste tu vida con una “super-mamá”, idolatrada y adorada, y  de repente, cuando tus hormonas empezaron a jugártela, ¿qué pasó?,  ¿dónde está mi madre?,  ¿quién es esta bruja?. No pasa nada, a las madres nos suele pasar eso, además de envejecer. ¡Caprichos de la naturaleza!. Pero no te preocupes, a mi madre, tu abuela,  también le pasó lo mismo y, justo el día que naciste, el maleficio desapareció y mi madre dejó de ser “bruja”  para volver a ser “la mejor madre”. Curioso, ¿verdad?. Me devolviste a mi madre.



Podría haber esperado un poco más para escribirte estas palabras, porque apenas estamos al principio del camino pero ¿por qué esperar a que la memoria traicionera trastoque las fechas, las imágenes o los sentimientos?.  



Durante los nueve meses que te esperé, mientras crecías dentro de mí, fuiste  modelando mi cuerpo de madre. Después estando a mi lado, en estos años, has ido modelando mi alma.



Sí tú eres fruto de mi vientre, yo soy fruto de tu vida.



“Al mismo tiempo que el sol se escondía tras las redondeadas montañas  y las hogueras de “las candelarias” comenzaban a iluminar los cortijos y campos de la Axarquía, aquel 7 de Septiembre… nacimos los dos”.



¡FELICIDADES, hijo mío, estamos de CUMPLEAÑOS!



TE QUIERO.-



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