6 de mayo de 2010

Soy adicta y no puedo evitarlo


Abro la puerta de la nevera y cojo la bolsa de mi almuerzo; hoy toca coliflor y brócoli gratinados (cortesía de mi hermana Gloria), un zumo de melocotón y arroz con leche de postre. Me apresuro a meterlo todo dentro del bolso y salgo por la puerta de casa hasta la tarde.

No hace tanto tiempo, mi “pobre” almuerzo consistía en un sandwich de jamón cocido, un zumo y un yogur. Y así estuve durante casi dos años, todos los días, uno sobre el otro, semana tras semana. Acabé teniendo cara de sandwich, pero no podía hacer nada más; bueno sí, desayunar como si fuera la comida principal, comer como si fuera un desayuno y cenar lo que pillara, pero sobre todo que estuviera ya cocinado. Ese horario casi acaba conmigo: de 12 am a 8 pm. ¿a quién se le ocurre?. No había nevera, ni microondas, nada de nada, claro que nadie más en la empresa tenía mi horario; los que trabajaban en jornada continua salían a las 4 y comían en su casa y los que tenían jornada partida podían ir a su casa o salir a comer fuera. Afortunadamente, nuestro panorama laboral cambió y la realización de un nuevo programa hizo necesario acondicionar un lugar para que “otros” pudieran comer; mesas, sillas, nevera y microondas y mi vida cambió.

¡Hola, soy María y soy adicta a los tupperware!

Verduras, pasta, arroz, pescado, croquetas, tortilla, ensalada, puré, lentejas… ¡Da igual! Todo vale, todo es comestible, todo se conserva hasta hincarle el diente, todo es mejor que dos rebanadas de pan de molde con un poco de jamón cocido.

Tras el cambio del sandwich por una comida en condiciones empezaron a aparecer los primeros síntomas de mi adicción al tupper. Comencé con el tráfico de sustancias comestibles directamente desde las ollas de mi madre hasta la nevera de mi casa, para luego, y por medio de distintos medios de transporte, llevarlas hasta su último destino. ¡Qué pronto me aficioné al mercadeo!. Tupper lleno para casa, tupper vacío para la suya. Tupper de tapa azul, tupper sin tapa ( ¡ups! la perdí). Me convertí en una “caradura”, aunque para endulzarlo me hago llamar “La Limpiafondos”, porque dejo las ollas como los chorros del oro y no es literatura, ¿eh?; primero lleno el tupper, con lo que ha sobrado del mediodía, y luego, como debe ser, frego la olla. La Mamma siempre “pone un platito más” por si se lo lleva la niña para mañana”. La niña soy yo, evidentemente, el platito de más de hoy se convierte en mi tupper de mañana, afortunadamente, y a lo del condicional de la frasecita, ni caso, no era una suposición, era una afirmación al estilo materno.

No ocurre todos los días, alguna vez cocino yo, pero ¿quién hace sufrir a una madre por tener que tirar la comida que sobró? Yo no y mucho menos después de enterarme que “las madres engordan de pena”; que la niña dejó media pizza, ¡Ay qué pena! y se la zampan; que ha sobrado mucho arroz del mediodía, ¡Ay qué pena! y se lo meten entre pecho y espalda; que cinco yogures, dos flanes y tres petit suisses caducan mañana ¡Ay qué pena! y se ponen moradas. Yo no puedo hacerle eso a mi madre, no me gusta verla afligida y “apenada”, así que comparto “los restos” de su futuro y nos “apenamos” las dos juntas, jeje.

Lo bueno de estar enganchado a los tuppers es poder compartir esta adicción con otros y a la misma hora. “ A ver ¿qué trajiste hoy de comer?”, “Uf que buena pinta tiene eso”, “¿Lo hiciste tú?”, “Pues yo el otro día hice…”, “¿Has probado lo último de Mercadoña?”, etc.

Será porque comí durante tanto tiempo sola, engullendo aquel triste sandwich, que ahora cuando el reloj marca las 13:30, estoy esperando que comience el periplo gastronómico. “Ehhhhhhhh, atento, ya es hora de comer, ¿vamos?”, “Ya subo yo a avisar a los otros”, “Me pido el microondas de arriba”, “Anda, déjame colarme, lo mío solo es un minutito” y así, entre todos, preparamos la mesa y comemos juntos, como “en familia”, compartiendo mesa, mantel, conversación y tupper. Lo mejor de todo, las risas, que ayudan a que el escaso tiempo para comer sea, al menos, agradable.

Se que ninguna adicción es buena, pero “Soy Tuppernómana y me acepto como soy”.

P.D.: También estoy dispuesta para colaborar con hermanas, primas y demás familiares. No te cortes, si te “apena” ver lo que sobra del almuerzo, llámame, soy tu “agradecida” solución, jejeje.

12 comentarios:

Josep Julián dijo...

Jajaja. Me he mondado de risa leyéndote, María. Hola, me llamo María y soy adicta al tupper. Estupendo.
Ya sea qu provenga de la cocina de casa o de la de la madre, el tupper es una gran solución. Algunos lo hacemos al por mayor. Mi mujer es de Bilbao y cada vez que vamos de viaje (bastante a menudo, hay que decirlo) nos volvemos con un montón de tuppers congelados que mi suegra ha ido estibando en el congelador para cuando vaya su nena. "la ruta del tupper" le llamó yo.
Por aquí se ven unas tarteras muy cool y apañadas que muchas señoras llevan al trabajo para comer todos los días. Con esto de que ya parece que el verano se acerca, en las tarteras empieza a frecuentar las ensaladas, manzanas, etc. con lo cual el microondas parece estar en huelga de brazos caídos. Los hombres, raro es el que se viene con ella debajo del brazo. Será una cuestión atávica, ya sabes.
Hola, soy María y... jejeje.
Un beso.

María Hernández dijo...

Hola Josep:
Me alegro mucho que te hayas reído con el post.
En mi trabajo no hay distinción de sexos; todos llevan tupper.
Los más chic llevan unas neveritas muy monas parecidas a un neceser de mano, todo tan bien colocadito y en el recipiente adecuado.
Después estamos los demás, que lo mismo usamos los "pseudotupper" de la comida del chino que lucimos el "tupperware" original que le mangamos a "mamá". En esto, todo hay que decirlo, la calidad se nota; un tupper es un tupper, lo otro es un cacharro plástico. Por éso los llevamos en bolsas del super, por si hay "derrames accidentales".
Ahora, con la entrada del "buen tiempo", al menos en el calendario, el contenido de los tupper va cambiando, como has dicho. Las ensaladas de todo tipo cobran mayor protagonismo y la cuchara cede su puesto de honor al tenedor.
No vamos a negar que es un poco coñazo tener que estar cargando con el tupper de un lado al otro, pero es una solución buena, más saludable y, sobre todo, económica, sin olvidar que el "puntito casero" confiere un alto grado de satisfacción.
También los hay que hacen trampas; compran comidas elaboradas o laterío y lo ponen en el tupper como para ir diciendo "Mira mis lentejas, qué buenas me han quedado", pero siempre será mejor que un triste bocadillo.
Oye, Josep...siendo tu suegra de Bilbao ¿de qué tamaño son los tupper?, jeje.
Un beso.

Katy dijo...

Hola María has descrito mi realidad. Pero en mi caso concreto los adictos al tupper son mis tres hijos y mi madre. O sea que mi casa parece la fonda del sopapo. Hoy pasta, tortilla de patata, sopa, puré, filetes empanados y pisto. Todos a la saca y a repartir, previo de prepara merienda para los chicos. Pero esí somos las madres, echando un remiendo, que bastante curro tenéis los hijos. Mis manos para que otros descansen.
Me he reido porque tu versión es fiel al guión de cada dia. Y mientras se pueda "tupperear" no faltaba más. Tu me pillas un poco lejos sino una más ya daba igual.
Besos y buen provecho!!!!

Fernando López dijo...

Ja ja María:

Que buen post y mejores comentarios, me imagino a Katy preparando comidas y comidas, a Josep cargando con los megatupper y a ti y a tus compis haciendo un desfile de tuppers je je.

Yo, fijate, sin embargo, no me gustan mucho, pero debe ser por eso que dice josep.

Muy bueno, de verdad, ja ja
Un beso

María Hernández dijo...

Hola Katy:

Y benditas sean esas manos; las de las madres, me refiero. De las de mi madre ya escribí un post, no se si lo leiste, se llama "Manos abiertas" y está en el mes de noviembre del año pasado. Son muy especiales, en realidad, son todo lo que es.
Y con gusto me apuntaría a tu reparto de tuppers que por lo que he visto en tu blog "Para hincar el diente" (y de tu hermana también) buenas "manos" y buenos "menús" sabes preparar. Por cierto, le debo a tu hermana María las recetas de las "papas arrugadas" y un "mojo picón", pero no me olvido, ¿eh?.
Un beso grande, Katy, por todos esos tuppers que repartes.

María Hernández dijo...

Hola Fernando:
Pues deberías apuntarte al club tupperiano, jeje. Ya ves, aquí el que más y el que menos, lo practica: Katy elaborando varios y variados, Josep haciendo de transportista "del frío" y yo...bueno, yo me los como, jaja.
Para mañana, un potaje de lentejas made in The Mama's Restaurant (mi plato preferido entre todos), papaya troceada, recién recolectada del frutero de mamá, y un zumo de mi despensa. Los cubiertos los pongo yo, jaja.
Anímate, hombre, si vieras la cantidad de problemas digestivos que se evitan.
Un beso.

Economía Sencilla dijo...

Bueno, bueno, qué divertido. ¿Hay alguna reunión de Tuppernómanos anónimos? :-)

Ya me suena, ya, yo también estuve un tiempo de esa manera, tanto con los sándwiches como con los tupper o similares; obviamente no lo echo de menos, ahora que puedo comer en casa, pero tenía su liturgia el asunto.

Yo tenía una especie de tartera-termo que te permitía conservar la comida más o menos caliente, y así iba tirando. En otra empresa en la que estuve sí que había un pequeño comedor, con mesas, varios microondas, etcétera, pero ése nunca llegué a utilizarlo.

P.S. Impresionante el comienzo del post, primero que eres adicta, y después... coliflor... brócoli... Adicciones sanas, sin duda!

Un abrazo, y buen fin de semana
Pablo Rodríguez

María Hernández dijo...

Hola Pablo:

Jajaja, cuando le puse título al post, ya sabía que iba a causar "sensación", jeje.
Creo que somos muchos los que tenemos un pasado (o presente) tupperiano.
Tampoco es nuevo. Siempre lo vi en casa. Mi padre se llevaba su comida al trabajo.Mi madre se levantaba a las 4 o 5 de la mañana para prepararle la comida y "el bolso", antes de salir a su propio trabajo.
Eso sí, hay que reconocer que con la introducción del microondas, el asunto se nos ha facilitado, porque antes sólo podías sobrevivir con la ayuda de los termos y la verdad, aquellos tapones encorchados daban un poco de asquito, jeje.
Y también te digo una cosa, a lo mejor puedes ir a casa a comer pero la gran mayoría de las veces es para calentar el contenido de un tupper que espera en la nevera. Es decir, comes "en casa", pero no comes "del día".
Un beso, Pablo...gracias por venir.

P.D. Por cierto, durante unos días no vi que tu blog se actualizara y menos mal que me dió por ir a visitarlo ¡has cambiado de look!, felicidades. No le cojo el truco para ver los comentarios, pero ya indagaré con más tiempo.

Economía Sencilla dijo...

Hola! Sí, he estado una temporada un poco menos "productivo", porque me he dedicado a pegarle un cambiazo al blog; me he pasado a Wordpress, porque el Joomla daba problemas con los comentarios (a Fernando siempre le tocaba :-( y con el propio feed, que se leía mal, todo seguido (por cierto, que probablemente tengas que volver a subscribirte en el Reader, creo que el otro no funciona, cosas del cambio).

Los comentarios, al final de cada post, hay un pie en marrón claro, y donde pone "deja tu comentario" o "X comentarios", pinchas, y ahí entras: abajo, te aparecerá la caja de comentarios.

Ha sido un trabajo un poco de chinos, pero al final (como hiciste tú en tu día), me decidí a cambiarlo, porque estaba dando muchos problemas.

Un abrazo
Pablo

Josep Julián dijo...

Hola de nuevo:
Aclaro que los tupper de mi suegra son bi o cuatriplaza, según de lo que se trate. Los biplaza son para las cosas que sólo le gustan a mi mujer, que no son muchas pero ya son.
Buen finde.

María Hernández dijo...

Hola Pablo:
Ya he dejado un comentario en tu nuevo blog y creo que te tengo bien enlazado.
Que pases un buen fin de semana.
Un abrazo

María Hernández dijo...

Hola Josep:

Me imaginaba algo así, jeje. Que tengas un buen fin de semana.
Un beso

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