27 de octubre de 2008

La croqueta, esa gran desconocida


A veces, al abrir la nevera, siento un desasosiego enorme al comprobar que han ido desapareciendo los manjares y sólo quedan los restos, aquellos que por más vueltas que les des, no consigues armonizar para que parezcan un plato de verdad.

Tal y como está la economía, tampoco es plan de ir cerrando los ojos y abriendo el cubo de la basura , porque “ojos que no ven, bolsillo que se resiente”. Y además ¿qué hay de todos los dibujos animados que nos perdimos por aquella frase de “Hasta que no te lo acabes todo, ni se te ocurra levantarte”?. Eso, dicho así, día tras día, acabó calando y, ahora, da mala conciencia deshacerse de los alimentos mientras les quede un ápice de frescura.

Según esa memoria colectiva que vamos arrastrando de generación en generación, hay tres maneras racionales de acabar con esos restos de la nevera; en tortilla, porque dicen que lo aguanta todo; en pizza, porque aunque no lo aguante, nadie se queja jamás; o en croquetas, que pueden ser de cualquier cosa y encima se pueden congelar.

La croqueta es un ser gastronómico con una definición difícil; todos sabemos qué forma y color debe tener, pero ¿sabemos qué guarda en su interior?. En realidad, no, pero de forma general hay tres clases de croquetas; las de carne (serrano, jamón, pollo, etc.), las de pescado (atún, bacalao, etc) y las de “Segunda Oportunidad”.

Las Croquetas de Segunda Oportunidad están elaboradas con una receta infalible y secreta. Bueno, no tan secreta, pero si personalizada; Imaginemos, esos langostinos cocidos, supervivientes de la cena de ayer, que te miran con ojitos saltones y patitas tiesas tan pronto como abres la nevera. No te queda más remedio que pasarlos a mejor vida, por caridad. Y eso haces, los pelas, los introduces en el vaso de la batidora, agregas la leche, las pizcas de lo que quieras (sal, nuez moscada, etc) y cuando todo se mezcle bien hasta no diferenciarse, lo vas vertiendo, poco a poco, donde has frito la cebolla y la harina. Y alehop, un caldero enorme de pasta de croquetas de disimulo. Solo hay que esperar a que se enfríe, darles forma y pasarlas por huevo y pan rallado e ir colocándolas en los tupper de la comida china y al congelador.


Siempre habrá quien pregunte ¿de qué son? y solo existe una respuesta posible ¿me pasas el pan?.

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