9 de febrero de 2009

Es de bien nacido ser agradecido



Se escucha decir que “cualquier tiempo pasado fue mejor” y cuando se trata de acusar a alguien, siempre, la generación posterior a la nuestra se lleva la palma de oro.
Los que hoy recriminamos la falta de valores entre la sociedad, ayer también fuimos tocados con la etiqueta de “la juventud de antes era mejor”.
A lo mejor deberíamos ayudar para que las cosas buenas, los valores y los modales no desaparezcan, en lugar de “desmoralizar” como ocurre muchas veces.
Dice la Real Academia Española que desmoralizar es “corromper las costumbres con malos ejemplos y doctrinas perniciosas”.

Ejemplo práctico para desmoralizar:
Un transporte colectivo, un joven, con varios piercings e indumentaria a consonancia, sentado, un anciano que sube, el joven se levanta y le ofrece AMABLEMENTE el asiento, el anciano lo rechaza, el joven insiste, el anciano con aspavientos notables vuelve a rechazarlo, el joven se vuelve a sentar, se baja en la siguiente parada y el anciano, esta vez si, se sienta en el lugar que el joven ha dejado desocupado.

¿Qué es lo que ha pasado? ¿No parece incomprensible?

Si el anciano se hubiera bajado en la parada siguiente y el joven no, tal vez habría una posibilidad para que el joven en la próxima ocasión que se encuentre con un anciano, le ceda su asiento, porque podría pensar que como se iba a bajar enseguida no necesitaba el asiento. Pero después de haberlo intentado, AMABLEMENTE, como lo hizo y siendo rechazada su oferta, con mucha probabilidad ésta habrá sido su última ocasión para ser “un chico educado”. Y ya no digo nada si se llega a enterar que el anciano, al final, se ha sentado en el mismo sitio que antes le fue ofrecido.

¿Por qué el anciano no quiso aceptar el ofrecimiento? No lo sé, pero si al final se sentó, sólo se me ocurren dos motivos: mala educación u orgullo mal llevado.

Este anciano ha “desmoralizado” a un joven con un mal ejemplo. Debería haber aceptado el asiento con agradecimiento y así generar una acción positiva para el futuro.

Si la “buena educación” no es correspondida, con toda probabilidad, dejará de existir, porque todos nos cansamos de decir “Buenos días” sin que nadie conteste, por más que nuestros padres nos inculcaran buenos valores.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué razón tienes...

Suele ocurrir que la indiferencia se contagie. Y los esfuerzos no agradecidos pasan factura. Y no precisamente positiva...

Convivir apaciblemente es muy fácil, no se por qué a algunos les resulta tan complicado...

Casa de Los Cuentos dijo...

Hola María
Te escribo de nuevo para decirte que te anexe a mi Blog, de tal manera estaré pendiente cuando publiques. Un Saludo desde Venezuela. Jabier

Anónimo dijo...

Hay que seguir insistiendo en dar las buenas horas...la forma más amena de entablar comunicación de las generaciones de ayer. El domingo almorcé en la playa y la camarera, rauda y veloz, llegó a la mesa y soltó de sopetón: ¡qué van a pedir!. Y yo le contesté: muy buenaasssss. Y lo logré. Hay que "reprender", como decía mi abuela, si no chacosta (en forma de playera sobre el culo)enseña. Besitos desde la otra orilla.

Anónimo dijo...

Vuelvo a ser yo, Pedro..., eh, bueno, te he contestado en el blog de Eduard y de paso te visito, primero,me alegra ver que hemos utlizado la misma plantilla verdosa y selvatica para expresarnos..., pero tu espacio esta mas guay que el mio.
Bueno te queria decir que he sentido un escalofrio cuando he visto el titulo de esta entrada...,yo tengo uno escrito parecido, de hecho se titula "Ser agradecido" y termina con tu titulo. Al final hablamos de lo mismo, del agradecer, de la ternura y del miedo a ser agradecido , a que nos echen una mano. Son temas complejos de hablar pero fáciles de hacer. El ejemplo de tu muchacho en el autobus es claro.
Un saludo Maria

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