Ha vuelto a pasar otra vez y por más que me repita, una y dos veces, “no volverá a ocurrir”, ocurre.
De nada sirve la experiencia acumulada, ni el cuidado que se ponga en la elección, ni siquiera la máxima atención que se le preste. Cuando acontece, acontece y por más vueltas que le des, no logras encontrar la solución, ni saber a ciencia cierta donde está el origen de tan desastroso final y mucho menos augurar un futuro.
Puedes optar por asumir tu responsabilidad sin más muestras de lamentos o incluso aceptar que, por este ritmo de vida frenético, por tu mala cabeza o por confiar demasiado en tu buena estrella, ahora desaparecida, no fuiste lo suficiente habilidoso como para mantener la unidad de la pareja.
Contado así se te puede ocurrir pensar que me estoy refiriendo a “algún amor”, pero no... simplemente se trata de un calcetín “desaparecido”.
Aunque bien mirado, puede que exista un extraño paralelismo entre lo que ocurre con algunos de los amores de nuestras vidas y un calcetín.
Los primeros, un buen día, desaparecen dejando atrás su recuerdo; el calcetín, en cambio, se volatiliza como por arte de magia en el espacio que hay entre tu ropa sucia y la lavadora, dejando un compañero desparejado. “¿Dónde diablos se habrá metido?” dices, con la cabeza, literalmente, metida en la lavadora, cuando no encuentras ni rastro del desaparecido, a sabiendas que, aunque lo busques desesperadamente por toda la casa, no aparecerá.
En nuestros cajones siempre hay un calcetín “separado”, abandonado en una esquinita, esperando con resignación que algún día su “pareja” regrese y juntos puedan volver a andar por la vida.
¿Te imaginas si fuéramos calcetines?. Afortunadamente no es así y podemos seguir andando, aunque algunos de nuestros amores se hayan ido.
No sé por qué razón conservamos esos calcetines. De alguna manera, cuando guardamos un calcetín solitario, mantenemos la esperanza de volver a verlos juntos, mientras le condenamos a la eterna espera.
Te propongo algo: cada vez que abras tu cajón y encuentres un “calcetín solitario”, recuerda a alguien que te haya querido y así tendrá sentido su existencia.
“Aquel calcetín que un día mantuvo tus pies calientes, hoy mantenga el calor de tu corazón”.
De nada sirve la experiencia acumulada, ni el cuidado que se ponga en la elección, ni siquiera la máxima atención que se le preste. Cuando acontece, acontece y por más vueltas que le des, no logras encontrar la solución, ni saber a ciencia cierta donde está el origen de tan desastroso final y mucho menos augurar un futuro.
Puedes optar por asumir tu responsabilidad sin más muestras de lamentos o incluso aceptar que, por este ritmo de vida frenético, por tu mala cabeza o por confiar demasiado en tu buena estrella, ahora desaparecida, no fuiste lo suficiente habilidoso como para mantener la unidad de la pareja.
Contado así se te puede ocurrir pensar que me estoy refiriendo a “algún amor”, pero no... simplemente se trata de un calcetín “desaparecido”.
Aunque bien mirado, puede que exista un extraño paralelismo entre lo que ocurre con algunos de los amores de nuestras vidas y un calcetín.
Los primeros, un buen día, desaparecen dejando atrás su recuerdo; el calcetín, en cambio, se volatiliza como por arte de magia en el espacio que hay entre tu ropa sucia y la lavadora, dejando un compañero desparejado. “¿Dónde diablos se habrá metido?” dices, con la cabeza, literalmente, metida en la lavadora, cuando no encuentras ni rastro del desaparecido, a sabiendas que, aunque lo busques desesperadamente por toda la casa, no aparecerá.
En nuestros cajones siempre hay un calcetín “separado”, abandonado en una esquinita, esperando con resignación que algún día su “pareja” regrese y juntos puedan volver a andar por la vida.
¿Te imaginas si fuéramos calcetines?. Afortunadamente no es así y podemos seguir andando, aunque algunos de nuestros amores se hayan ido.
No sé por qué razón conservamos esos calcetines. De alguna manera, cuando guardamos un calcetín solitario, mantenemos la esperanza de volver a verlos juntos, mientras le condenamos a la eterna espera.
Te propongo algo: cada vez que abras tu cajón y encuentres un “calcetín solitario”, recuerda a alguien que te haya querido y así tendrá sentido su existencia.
“Aquel calcetín que un día mantuvo tus pies calientes, hoy mantenga el calor de tu corazón”.
6 comentarios:
Dichosa Maria, vaya susto me habias dado..., joroba. Bueno, yo yo te pregunto ¿estas segura de que el calcetin llegó a entrar en la lavadora...?..., pero bueno, al fin y al cabo no deja de ser una anecdota, que fastidia, que nos hace refunfuñar cuando ocurre pero que tu,como siempre, sabes filtrar y ver de otra forma. Sabes darme un susto..., y despues divagar, medio soñar, sonreir con ese calcetin desparejado en la mano..., poniendolo despues junto a esos otros que tambien se quedaron esperando an el altar, o en casa con la cena caliente al que no volvió o a la que se marchó sin mas pero con razón o sin ella, que mas da.
Yo..., como chico y ciclista de montaña, cojo esos calcetines huerfanos y los uso para guardar las camaras de las ruedas, así no se rozan con los baches en la bolsa que llevo bajo el sillín.
Te imagino sonriendo con ese calcetin y metiendo la linterna en el bombo de la lavadora..., por cierto, ya me han traido la nueva y creo que sabré manejarla. Me hace muchisima ilusion lavarme mi ropa de las pedaladas, pero un lavado ligero, el de 30 minutos.
Un beso,Maria...,poetisa, mas que poetisa de lo cotidiano, de los normal, del dia a dia, de la vida misma.
Jaaaaaaaaaaaaaaaaajajajaja qué bueno, por Dios, qué bueno!!!
Una misma entrada en la que me he intrigado, me he reído y me he reblandecido... Con algo tan... nimio.
Jo, bravísimo!! Me ha divertido.
Por cierto, me ha costado bastante poder leer entera tu entrada y poder contestarla. Me echaba una y otra vez de tu página!!
Ya no me quieres, ingrata... :p
Hey, Mar... a mi me pasa lo mismo con tu blog, al final siempre acaba saliendo el mensaje de "internet no puede abrir el sitio XXXX, operación anulada". ¿Qué pasa????? Será que alguien no puede soportar nuestros intercambios de mensajes "profundos"???.
Mañana, con tiempo, lo volveré a intentar (ya que tú lo has logrado) porque no puedo quedarme sin leer tu nuevo post..seguro que busco algo para contestarte, jejeje.
Besitos, mi "niña Kiwi" y me alegra mucho saber que te has divertido con mi post. ¿A que también has perdido algún calcetín? ¡Qué misterio, señor, qué misterio!
Bicipalo, pregunta de examen:
-Y si un día aparece la parejita perdida de tu calcetín reciclado en funda de cámaras de tus ruedas ¿qué haces? ¿la reciclas también para tener dos fundas o regresas el calcetín viajero a tu cajón como si aquí no hubiera pasado nada?, jeje.
Por cierto, lavadora nueva, ejem, ¿tienes experiencia previa en el complicado mundo de poner una lavadora o eres novato? Te lo comento porque existe un "duende maléfico" que habita en el intramundo de las lavadoras y que tiene preferencia por los hombres para "aguarles" la colada. Aunque tal vez también tenga que ver con el "misterio del calcetín solitario". Lo analizaré, jejeje.
Gracias por tu comentario y lamento el susto, pero... sin "intriga" no puedo mantener el interés de mis lectores, jajaja.
Saluditos.
Eyyyyyyyyyy trabaja a través de firefox. Es un problema de las pop-ups!!
Ejem, ejem..., como te he dicho, solo lavaré "mi ropa de biciclista" y ademas echaré el jabón directamente en el tambor (liquido, obviamente, y con olor a pino, si lo encuentro), con esas pautas y al agua fria creo que no me encontraré con ese duende..., pero si le pasa algo a mi ropa decorada..., recordaré tu advertencia entre lamentos y sollozos.
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