2 de enero de 2009

Buenos propósitos


Cada fin de año nos proponemos empezar el año nuevo con algún que otro reto; algunos los llaman buenos propósitos, pero son retos en toda regla; bajar de peso, dejar de fumar, hacer ejercicio, aprender inglés, etc, etc.

Parece que la mezcla entre uvas y cava o sidra, según los casos, tuviera poderes mágicos llenos de fe. Fe ciega, la mayoría de las veces, porque casi siempre nos proponemos lo mismo y no lo conseguimos a lo largo de todo un año, trescientos sesenta y cinco días.

¿Son tan imposibles de lograr? No, en realidad, no, pero son, sobre todo, poco apetecibles, aunque sean necesarios.

El otro día, viendo el programa
Redes, de Eduardo Punset, mientras entrevistaba a Dan Ariely (economista conductual), me quedé colgada de una palabreja que ni siquiera sabía que existía y que aún me cuesta retener en la memoria “PROCRASTINACIÓN” cuyo significado es : acción de postergar lo que uno debe hacer para dedicarse a otras actividades más triviales o apetecibles.

Conocer esta palabra ha hecho que mi paso, de un año al otro, haya sido más relajado, más sereno, menos “flagelante”. Acabo de ver la luz y ahora sé que no he bajado de peso porque sea vaga, ni que tampoco consigo mantener la rutina del gimnasio por ser vaga, ni que soy una negada para el inglés porque sea vaga ¡Qué va! Gracias a Punset y a su colaborador he descubierto que no soy vaga, sino que padezco un grave episodio de “procrastinación” en cuanto me pongo a pensar en hacer algo por este body, jejeje.

Sirva este post para alentar a todos aquellos que alguna vez nos retamos con “buenos propósitos” y no los logramos, pero que aún así perseveramos en la fe de proponérnoslos cada año.

Este año...... mi reto será...pshhhh, es un secreto.


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