22 de octubre de 2009

Un mapa con mucha tela


Desde hace algunos años, la palabra “reciclar” ha entrado en nuestras vidas como si fuera una idea nueva. En realidad, siempre se ha reciclado, pero no seleccionando de la manera actual, depositando en contenedores específicos nuestros desechos, sino dándoles nuevos usos o aplicaciones a cosas que, bien por desgaste o rotura, dejaban de cumplir su función original.

Tal vez, por la sociedad que nos ha tocado vivir, donde el consumismo no nos ha dejado aprender a reutilizar cosas que desechamos, casi, con alegría, el concepto “reciclar” ha tomado una nueva dimensión; divertirnos, innovar y compartir nuevos usos con materiales que pueden volver a tener una utilidad, aunque debería contener otros compromisos como generar menos desechos, ahorrar recursos y adecuar nuestros hábitos a formas menos derrochadoras.

Volver la mirada atrás, compartir viejas historias con nuestros mayores o aprender técnicas casi olvidadas sería un buen ejercicio para devolverle “vida” a lo que creemos “muerto”.



UN MAPA MÁS QUE FAMILIAR


El “mapa” que consta en los anales de mi familia tiene una historia con mucha "tela", pero ni se trata de un estupendo árbol genealógico, ni un esquema genético de relevancia; el “mapa” era el pantalón de trabajo de mi padre. Así lo llamaban ellos, con cierta ironía encubierta, en esos tiempos, donde "reciclar" no era una “moda”, sino una necesidad. Ese pantalón iba impecablemente cosido al trabajo y volvía con un nuevo roto. Mi madre, siempre hábil con la aguja, buscaba entre sus retales y recomponía la prenda, una y otra vez. Rescataba tejidos parecidos, de similar color, que lo mismo procedían de los antiguos y preciados sacos de azúcar, que de alguna otra prenda menos afortunada, pero terminó siendo lo que fue: un verdadero “mapa”. Había que arreglarlo como fuera, porque no había más y el otro, el de los domingos y fiestas de guardar, era para eso, para guardar, por si acaso se ofreciera.


Mi padre (con sombrero) y sus compañeros "geógrafos"
con mapas similares en sus pantalones


No es extraño que mi madre se escandalice cuando ve que hay pantalones que se compran “rotos” y por un precio nada despreciable. O que prefieran llevar los bajos arrastrando por el suelo, deshilando el tejido. “Estas modas nuevas no van conmigo” – dice mientras nos explica que mi abuela paterna siempre decía que en una casa nunca podía faltar una aguja y una bobina de hilo, porque era más feo ver a los niños con los tirantes colgando que con un botón de otro color. “Y hoy, casi nadie sabe coger una aguja, se rompe, se tira y se compra nuevo”- sentencia con disgusto.

De viejo se hacía nuevo” – nos cuenta. “No teníamos basura, porque todo se usaba: los pocos restos de comida, para los animales; si encontrabas un clavo torcido, lo guardabas; la ropa siempre tenía más usos; no generábamos basura. Con lo que tiran hoy en día, hubiéramos sido “ricos” en aquellos tiempos. Eso sí, unos podían estar un poco mejor que otros, pero todos éramos pobres, con las mismas dificultades, y no había diferencias entre tus vecinos y tú”.

No me canso de escucharlos contar sus historias, de lo que vivieron e ingeniaban y alguna vez le he preguntado a mi madre:


Mamá, cuando eras una niña e intentabas montar en aquel burro que jamás consiguió llevarte a la escuela ¿te imaginabas que tu vida pudiera cambiar tanto en tan poco tiempo? Que tuvieras carnet de conducir y coche, grifos de agua corriente por toda la casa, un microondas que calienta sin ir a buscar leña al monte, lavadora, nevera, un teléfono móvil, televisión digital.”


Y me contesta:


Cuando era niña y no tan niña, soñaba con tener un cuarto de baño, con una ducha, que me permitiera sentir caer el agua de la cabeza a los pies, por eso “inventé” mi primera alcachofa de ducha con una lata de sardinas agujereada colocada en un extremo de una caña, que a su vez conecté a un barril de agua que, primero tenía que ir a llenarlo a la fuente, traerlo a casa cargándolo en la cabeza y luego subirlo al muro del retrete para que tuviera presión, pero fue un invento maravilloso”.



De novios, mi padre con su traje de "guardar" y mi madre, antes de inventar su "ducha".

Ante estas palabras, estas historias de “reciclado ingenioso”...me quedo muda, mirándola y pensando. Sólo 8 años antes de mi nacimiento, inventó su ducha y yo no he vivido nada de lo que me cuenta, porque cuando llegué a casa ya había nevera, lavadora, televisión y “un cuarto de baño”.

Si ellos pudieron hacerlo por “necesidad”, ¿podríamos intentarlo aunque sea por “moda”, no?



P.D. : Josep Julián, queda desvelado el misterio del "mapa" de la familia, como verás tenía mucha tela y mucho reciclaje. Gracias a tu último post, recordé esta pequeña historia de cuando la vida era otra cosa, lo de "usar y tirar" no se estilaba y "all-in-one" sonaba a canción de Sinatra.


8 comentarios:

Germán Gijón dijo...

Hola, María:
el consumismo nos ha llevado a la productividad masiva, la productividad masiva al margen de beneficios, y el margen de beneficios nos ha llevado poco a poco a desvirtuar el valor. La ausencia de valor la hemos sustituido por la marca, permitiendo así a la publicidad que nos confunda y nos inste de nuevo al consumismo.
Donde estén los abuelos, que se quiten los gurús. Si perdemos esa parcela, terminaremos siendo productos ("poblaciones" nos llama ya la estadística del marketing, pero sin identidad, sólo masa) que procesan y consumen.
Oye, qué elegantes tus padres.
Un abrazo, María.

María Hernández dijo...

Hola Germán:

¡Ay, ay, las marcas! bonito tinglado. No tengo nada que decir de las "marcas originales", unas serán mejores, más caras o de mayor prestigio, pero ¿tendrán tanto negocio como las imitaciones? y ¿qué sentido tiene comprar una imitación, cuando todo lo que tienes son imitaciones y se nota a la legua que no puedes permitirte un original?.
¿Soy "más" lo que sea por llevar una camiseta D&G con letras grandes y bien visibles pero comprada en el mercadillo? ¿Son mejores unas gafas Emporio Armani adquiridas en un "Todo a un euro" que unas sin letrerito compradas en el mismo sitio?.
¿Por qué se venden tanto las imitaciones? ¿nos encanta aparentar lo que no somos? ¿vives más feliz con un bolso Carolina Herrera por el que estuviste regateando 10 minutos hasta conseguirlo por 20 euros?

No me extraña nada que nos llamen "poblaciones", Germán... y hasta buenos son, porque nos deberían llamar borregos, porque hacemos justamente lo que ellos quieren, comprar, comprar y comprar, da igual el precio, la calidad o tus posibilidades. Comprar a costa de lo que sea y si te engañas pensando que eres "más" por llevar un Custo de baratillo, es tu problema.
Nos han vendido un "tipo de vida" y hemos caído como pardillos.

Y respecto a mis padres, en su foto de novios, pues si, pobres, gente trabajadora pero elegantes y guapos, jeje...y es que el dinero no "compra" una buena genética; o la tienes o no la tienes.

Un abrazo, Germán.

Josep Julián dijo...

Vaya María, por fin se reveló el secreto del mapa de tu familia que seguramente no sería tan llamativo como el patchword de la foto pero ya me hago una idea.
Respecto a lo que construye la felicidad no tengo dudas y mi punto de vista no dista mucho del tuyo pero te voy a hacer una confesión. Mi familia se arruinó y tuve que ponerme a trabajar muy joven. En esa época también llevé al trabajo pequeños "mapas" hechos por mi madre porque como apenas era un adolescente pues no era demasiado consciente de que mis medidas iban cambiando y me enganchaba por todos lados.
Luego la vida me fue mejor y alcancé lo que se llama un buen nivel de vida pero nunca he olvidado que igual que se tiene más se puede tener menos y ser igualmente feliz. No es que me lo hayan explicado, es que lo he vivido.
Pues bien, personalmente aborrezco esas horteradas de falsas gafas de sol de marca, camisetas de marca falsas y toda esa parafernalia pero eso no impide que visite mercadillos y me compre cosas. Este verano, por ejemplo, unos pantalones piratas por 3 € que son las más cómodos que he tenido nunca.
Y respecto a las fotos de tus padres, muchas gracias por compartirlas con nosotros y queda visible a la legua que de casta le viene al galgo.
Mañana publico otro post sobre consumo, así que ya puedes ir afilando el lápiz porque igual necesitas sacarle punta (espero).
Un beso, guapa. Y otro a tu madre, ahora que somos medio amigos.

María Hernández dijo...

Hola Josep J.:

Pues no, no era tan llamativo como la foto, pero fíjate que hasta el pachtwork es "moda" en estos días y en realidad su orígen no fue más que aprovechar telas para hacer una pieza grande.
¿Te acuerdas de las colchas de Laura Ingells, de la Casa de la Pradera? Puro patchwork.
Mi hermana mayor es aficionada de esta disciplina de la aguja, el relleno y el diseño, por lo que te puedo asegurar que ha dejado de ser un "apaño" a convertirse en una labor cara, de especialistas, con telas especiales que cuestan una pasta.
Y estoy contigo en lo de "marcas falsas". Si no puedo comprarme un Lacoste original, ¿por qué tengo que comprarme uno pa' dar el pego? ¿quién engaña a quién?. Simplemente, me compro un polo que me guste y que pueda pagar y que tenga una proporción de poliéster adecuada para que no se arrugue mucho y el bicho que traiga me da lo mismo, total, no le voy a dar de comer.
Efectivamente, como dices, "igual que se puede tener más, se puede tener menos". Ya ves de que familia procedo, humilde hasta las trancas, la vida me fue mejor, tuve otro nivel, por el camino llegó la enfermedad de mi hijo, luego todo se desmoronó, volver a empezar y ahora no tengo aquel otro nivel, pero la felicidad me la da poder ver a mi hijo cada día, que aún siga conmigo en "este mundo", seguir viéndolo crecer y lo demás, entre Mercadona y algún que otro mercadillo lo vamos arreglando. Salud, Josep, salud es lo que pido, para mi hijo, para mí y el resto de mi familia.
Todo el oro del mundo no compensaría la pérdida de un hijo, así que soy muy afortunada, pero mucho, ¿para qué pedir más?.
Estaré atenta a tu nuevo post y no lo dudes siquiera, tendré el lápiz preparado para intervenir, y aunque no sea miembro Cloud estaré de las primeras de la lista, jeje.
Un abrazo, Josep y muchas gracias, también, por tu sinceridad.

Fernando López dijo...

Hola María:

En realidad, es dificil que se recicle nada. El tinglado está montado así.Producir-consumir-producir etcétera. Coincido con josep Julian y contigo en lo de las marcas. Una verdadera memez. pero todavía hay gente que cree que llevar el logotipo de algo le da "superpoderes". Lo de las imitaciones, más tonteria todavía. Sólo creo en las marcas cuando lo que me ofrecen lo he testado, tengo una buena referencia y me lo puedo permitir. Si no me da exactamente lo mismo.

Como dice German poblaciones (para eso hemos quedado)

Un saludo

María Hernández dijo...

Hola Fernando:

Poder reciclar, se puede, otra cosa es que no interese. A nivel personal y "casero" sí que se puede pero hay que aprender a hacerlo o, al menos, tener voluntad para intentarlo.

A mi me gusta y no me refiero a llevar los envases, el cartón o el vidrio a su contendor específico. Me gusta "apañar" cosas, sin duda alguna, me viene de "casta", jaja.

Como antes le contaba a Josep, tuve que "volver a empezar", pero sin un Oscar que me avalara y muchas cosas que tengo en casa han salido del ingenio y el reciclado. Habían cosas en este piso (es de segunda mano) que pude aprovechar dándoles un nuevo "look" y lo hice, sin ningún problema; sillas que volví a pintar y tapizar, "horripilantes" cabeceros de cama individuales que pasaron a ser de "cama grande" con una estética totalmente distinta, los antiguos armarios de la cocina son los que ahora están en el patio (para las cosas de limpieza, etc), una bobina de cable industrial que recuperé de mi trabajo es un puff superchulo para el salón, ¿recuerdas aquellos espejos dorados en forma de sol de los años 70 que adornaban los vestíbulos de las casas? pues ya no es dorado y preside la cabecera de mi cama y luego puedo hacer muchas manualidades con materiales reciclados. Un año, para el cole de mi hijo, hice un gorro de carnaval con un pez enorme recubierto con trocitos de cds "inservibles" a modo de escamas.
Y así podría contarte muchas otras cosas, pero tampoco es plan de cansarte, jaja.

A título personal, se puede. No con todo, pero si muchas cosas. El gran problema lo provocan las toneladas de residuos que entre todos generamos. ¿Hay verdadera voluntad para reciclar esos materiales una vez se recogen? Tengo mis dudas.
En la red, vi una vez una fábrica en Brasil donde usaban las botellas de pet, las garrafas de agua, para hacer un filamento, solo a partir del corte del material que servía para hacer escobas; sí, esas mismas que usamos en todas las casas. ¿Conoces si en España hay algo parecido?. ¿Podríamos calcular la cantidad de botellas y garrafas de agua que "lanzamos" a la basura? ¿A alguién le interesaría montar un negocio cuya materia prima fuera "coste 0"?
Muchos interrogantes.
Yo, de momento, sigo en mi línea y ya uso bolsas "permamentes" para hacer la compra, aunque te diré que sé hacer unos estupendos monederos y bolsos a crochet con las que se acumulan en casa o termosellando las bolsas solo con el calor de la plancha.
No puedo tener una solución para el "mundo mundial", pero pongo mi granito de arena en lo que puedo.

Del resto de tu comentario, totalmente de acuerdo contigo. Gracias por venir y dejar tu opinión.
Un abrazo, Fernando.

Pedro Bonache dijo...

Me han encantado las fotos de los papas insertadas en el texto, el color verde cuando "ellos" hablan..., llena de vida el texto y de calor..., bueno y te diria que creo escuchar tu voz..., tengo tu bolero ¿lo recuerdas...?.
Ya te he contado a veces que mi madre vestia a mis hermanas, tambien cosia las servilletas y era capaz de tejer las cortinas de toda la casa de manera exquisita y perfecta, con los frunces exactos y las caidas a la altura adecuada del suelo. Poco compraba mi madre, salvo las piezas de tela..., como la tuya.
La sociedad actual es tan distinta a la de ellos..., pero fijate que de alguna manera se han adaptado, sobreviven en este entorno tan distinto, son capaces de asimilarlo, de vivir según las tendencias del momento..., pero sin olvidar esas otgras vidas que vivieron. Tiempos duros, de carestia, de sacrificio, de tesón, de responsabilidad..., tiempos que exigieron de un espíritu de lucha infatigable...,algo dificil de encontrar hoy en dia.
Me ha encantado Maria, besitos.

María Hernández dijo...

Hola Pedro:

Pues sí, se han adaptado, en menor o mayor medida, lo de la tecnología les pilla un poco a contrapie pero hacen sus intentos. Eso sí, un móvil sencillo, con botones grandes y nada de "full equip" porque se lían con las teclas y el dvd se lo dejas siempre de la misma manera para que no terminen viendo la Tv como el antiguo Canal Plus sin descodificar.
Adaptarse a tiempos mejores, es sencillo; solo hay que dejarse hacer. Lo malo vendrá cuando tengamos que adaptarnos a tiempos menos agradables ¿seremos capaces?.
Siempre se ha dicho que un pobre con dinero es un "nuevo rico", pero un rico sin dinero, es un desgraciado.
¿Nos pasaría lo mismo si tuviéramos que prescindir de nuestras "riquezas"?.
Algunos, te lo aseguro, lo pasarían fatal.

Yo, por si acaso, seguiré "cosiendo y cantando" para no perder la costumbre, jeje.

Un abrazo, Pedro. Buen fin de semana y saludas a Joa de mi parte, si?

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